miércoles, 31 de marzo de 2010

LOS ANUNCIOS DE PROSTITUCIÓN COMO SUSTENTO DE LA PRENSA


Félix Población

Hace unos días volvió a insistir la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, acerca de la necesidad y el objetivo del Gobierno de poner fin a los llamados anuncios de contactos que llenan no pocas páginas de publicidad de una gran mayoría de periódicos y bajo los cuales se esconden pingües y oscuros negocios de prostitución en los que no es rara la explotación sexual.

Tiene toda la razón la ministra al argumentar que la eliminación de ese tipo de propaganda debería darse al menos por una cuestión de coherencia que las propias empresas periodísticas deberían asumir. Resulta de una hipocresía mayúscula denunciar en las páginas de opinión e información las frecuentes noticias relacionadas con la explotación sexual que se dan en nuestro país y alojar al mismo tiempo numerosos anuncios en las que está presente esa misma lacra.

En esa misma línea de coherencia, sólo que ajustada en este caso a la orientación ideológica de las cabeceras, no parece lo más idóneo que un diario como El País, que se las da de feminista, mantenga ese tipo de publicidad. Ni que los lectores de alta burguesía en Madrid, Valladolid o Bilbao estén suscritos religiosamente al ABC, El Norte de Castilla o El Correo sin que se resienta la dignidad de sus arraigadas creencias católicas.

Con relación a estas últimas publicaciones, dependientes del Grupo Vocento -creado en 2001 como fruto de la fusión entre el Grupo Correo y Prensa Española-, acaba de manifestar su consejero delegado, José Manuel Vargas, que no está demostrado que detrás de los anuncios de prostitución haya mafias organizadas que exploten a sus trabajadores. Sólo faltaba que estuviera demostrado y que los periódicos mantuvieran los anuncios y los tribunales no actuaran contra las mafias, ¡no te digo!

Pretende justificar Vargas con tan inconsistentey falaz argumento lo que algunos directivos de Vocento sostienen de un modo mucho más pragmático, esto es, que sin esa publicidad algunas cabeceras verían peligrar su cuenta de resultados hasta el punto de poner en peligro la subsistencia de algunos de los 13 periódicos regionales que componen el grupo.

Ante semejante riesgo cabe preguntarse qué tipo de profesionalidad periodística están ofreciendo unos medios cuyo porvenir depende de que las mafias de la prostitución -que sí existen, pues nos lo demuestran a diario esos mismos periódicos en sus páginas de información- sigan haciendo publicidad encubierta de la explotación sexual gracias a las páginas de publicidad que esos mismos medios deparan a sus negocios.

¿Se puede tener alguna confianza en una prensa que para mantener la cuenta de resultados de su negocio se basa en lo que le rinda otro tan aberrante?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y La Razón quitó esos anuncios desde que se vende conjuntamente con L'osservatore Romano...Estaría muy feo alternar al Papa con las putas.

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