miércoles, 24 de marzo de 2010

JÓVENES ORQUESTAS DE AMÉRICA LATINA: MÚSICA EN LAS VENAS



Félix Población

Cuenta hoy el diario El País que el prestigioso Festival de Pascua de Lucerna abrió su edición de este año con dos conciertos de la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, fruto de la excepcional obra de José Antonio Abreu que ha hecho posible que hasta 300.000 muchachos del aquel país, pertenecientes en su mayoría a los sectores más desfavorecidos, encontraran su integración social y cultural a través de la música y el Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela.

Pues bien, la joven y ya prestigiosa orquesta venezolana, a la que tuve el placer de escuchar hace un tiempo en Valladolid con motivo de su gira por España, contó en Lucerna con la batuta de su director titular, Gustavo Adolfo Dudamel, y con la del maestro milanés Claudio Abbado, cuyas edades están separadas por casi medio siglo, si bien a ambos les une una misma perspectiva de lo que la música representa y puede llegar a ser según la concepción del sistema iniciado por Abreu en Venezuela.

Ha sido Abbado quien ha abierto a la Orquesta de la Juventud Venezolana las puertas del prestigioso festival de Lucerna, según Dudamel, comprometiéndose además a dirigirla en un auditorio donde han intervenido las mejores orquestas del mundo y al que acude un público que Claudio Abbado considera de los más respetuosos y entendidos que conoce. El director italiano, que ahora pretende aplicar el mismo sistema de Abreu en Italia, destaca la actitud, la chispa, la fe en la vida que tienen los jóvenes músicos venezolanos, algo que diferencia a la orquesta de todas las demás.

Tanto Abbado como Dudamel coinciden al significar el carácter distintivo de la
Sinfónica de la Juventud Venezolana, que es algo más que una orquesta. “Representa la energía de la juventud, las ilusiones hechas realidad, la dimensión social de la música, la fe en lo mejor de la naturaleza humana”, afirma el primero. Para Dudamel es el símbolo de que un mundo mejor es posible.

Y porque es así y hemos podido comprobarlo todos los que tuvimos la oportunidad de escuchar y ver algún concierto en vivo de los jóvenes músicos venezolanos, la extraordinaria iniciativa que José Antonio Abreu puso en marcha hace más de treinta años para vencer el círculo vicioso de la pobreza, se va extendiendo -potenciada por la UNESCO- como un río de energía cultural socialmente revitalizadora que empieza a sonar con fuerza en otros países de América Latina.

El pasado domingo tuve el gusto de asistir al concierto que en Salamanca dio, con la Joven Orquesta de aquella ciudad, la Orquesta Nacional Juvenil José Artigas de Uruguay, que sigue el sistema del maestro Abreu. Ambas formaciones convivieron de modo muy grato y amistoso durante los ensayos, en los días previos, y el resultado de su trabajo fue celebrado de modo entusiasta por un público que abarrotó el auditorio del Centro de las Artes Escénicas y de la Música.

Como ocurriera en Valladolid hace algo más de dos años, la chispa de la que habla Claudio Abbado tocó a los espectadores oyentes con el júbilo encendido de sus efectos, y una de las adolescentes integrantes de la Joven Orquesta Ciudad de Salamanca, Alicia Población Brel, no puede resistirse a dejar descrita con palabras la memoria de ese evento junto a 136 compañeros. Nada mejor para explicar a su vez la esencia de lo que el sistema de José Antonio Abreu comporta como método de educación musical: "Te recorre una sensación como la del agua fresca en verano, que sacude emociones ocultas y las despierta de un sueño de silencio. Eso es música, eso es la verdadera emoción de la música, eso es lo que un músico siente cuando le inyectan la música en la sangre".

Esa inyección de vida nos está llegando a la vieja Europa desde lo que antaño fuera para nuestro continente un Nuevo Mundo y posiblemente ahora comience a ser, además, un mundo mejor, tal como viene sonando en los auditorios de América Latina. Y en Lucerna, Valladolid, Salamanca...

5 comentarios:

LEDES dijo...

Cuando tantos jóvenes se inyectan otras substancias que destrozan sus vidas, el caso de estas orquestas es mucho más que música, mucho más que cultura, mucho más que esperanza. Gracias por el artículo.

Anónimo dijo...

Comparto lo que se dice en el artículo. También pude escuchar en directo a la orquesta de Dudamel. Abbado tiene razón.

Babi dijo...

Que la educación musical de su hija, amigo Félix, le depare las satisfacciones que tanto le conmueven.
Un abrazo.

infantina dijo...

La música no se ve, no se toca, no se saborea, solo se siente. No es algo que pueda ser visto como un cuadro o tocado como un vestido o saboreado como una manzana, no, se siente, se vive y se disfruta. Y sé de lo que hablo.

Javier Lin dijo...

Tengo el honor de decir que fui uno de los integrantes de ese fusión de orquestas, soy miembro de la Joven Orquesta Ciudad de Salamanca, y para mí fue un verdadero placer tocar con esta Joven Orquesta de Uruguay, porque aprendí a sentir la música de otra manera, ellos nos enseñaron una lección de humildad y de saber hacer música, del que siempre les estaré agradecido, y eso se plasmó en el concierto que dimos juntos aquél domingo, el cual nunca olvidaré.
Un saludo desde Salamanca. JAVI

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