sábado, 2 de enero de 2010

LO MÁS REPUGNANTE DE LA CUMBRE DE COPENHAGUE


Melibea


No lo ha dicho ni el presidente venezolano Hugo Chávez, ni el señor Morales, presidente de Bolivia, que ya lo habían expuesto rotundamente con sus declaraciones in situ abandonando Copenhague (recuérdese lo que dijo el primero: si el clima fuera un banco, ya lo habrían salvado los gobiernos ricos). El profesor Vidal-Beneyto, a quien tuvimos oportunidad de saludar recientemente en Madrid en el primer Foro del diario Público -esperamos que este evento prosiga-, firma en la edición de hoy del periódico El País un artículo necesariamente muy crítico sobre la convocatoria internacional celebrada días atrás en la capital danesa: El macabro vodevil de Copenhague. Quien fuera en su día uno de los fundadores de ese diario, actual director del colegio Miguel Servet de París y presidente de la Fundación Amela, sostiene en el mismo que la esperanza de esa cumbre se ha quedado en pura exultación retórica y que la única fuerza que nos queda, la de los militantes de la sociedad civil, ha sido excluída en buena medida de la cita, llegando incluso a encarcelar a uno de sus dirigentes, Juan Carlos Uralde, presidente de Greenpeace-España, a quien José Vidal-Beneyto dedica el artículo por representar precisamente, según sus propias palabras, el honor de la sociedad civil. Dice el profesor en los últimos párrafos del texto:

"Con todo, lo más repugnante son las "generosidades" de la Cumbre al ofrecer 10.000 millones de dólares, como ayuda total y, por una vez, para resolver el problema del calentamiento, frente a los 3.000 millones diarios en gastos de defensa y los 820.000 millones de rescue que Norteamérica destina cada año para rescatar la deuda bancaria. Por no hablar del ignominioso tratamiento que Copenhague reservó a la sociedad civil mundial, al acreditar en un primer momento a 46.000 personas, que se redujeron después a 21.000, de las cuales sólo se permitió que apenas 300 entrasen en la Conferencia. Ni los entusiastas militantes de base, ni siquiera los líderes de las grandes organizaciones ecologistas -Greenpeace, WWF International, Amigos de la Tierra, Intermón Oxfam, etc.- pudieron acceder al Bella Center. Todos, acreditados o no, a la calle, a sufrir nieve, lluvia y frío y, sobre todo, "a no perturbar". De lo contrario, atenerse a las consecuencias. Juan López de Uralde, presidente de Greenpeace-España, y que es hoy emblema de nuestra dignidad, a quien se dedica este artículo, sigue encerrado en su prisión de Copenhague, desde el inicio del conclave. Las autoridades danesas, incluyendo su Familia Real, han considerado extraordinariamente peligrosa el arma de que se sirvió para llamar la atención de los jefes de Estado: una pancarta, desplegada sobre la alfombra roja del salón en que estaban reunidos, en la que se podía leer: "Los políticos hablan, los líderes actúan". No hacía falta más para que se considerase a quien la exhibía como un peligroso perturbador, un terrorista.

Y ahora, comprobada la desidia y la impotencia de los Estados, la venalidad de los políticos y la incapacidad de sus partidos, nuestra única fuerza son los militantes de la sociedad civil. En ellos hemos de apoyarnos, pues para construir un poder mundial en el marco de Naciones Unidas o en otro contexto menos adulterado -ver a este propósito Jean-Claude Guillebaud, La refondation du monde- y dotarlo de un marco jurídico-judicial que, en línea con los trabajos de Mireille Delmas Marty -Trois Défis pour un Droit Mondial (Seuil, 1998) y Vers un Droit Commun de l'Humanité (Textuel, 1996)- lo provea de legitimidad y le confiera vigencia indiscutida con capacidad de obligar. Objetivo de difícil logro, quizás utópico, pero siempre las cosas más importantes han sido del orden de las utopías necesarias".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

REPUGNATE, ESA ES LA PALABRA, Y LA AUTORIDAD MORAL Y CÍVICA DE BENEYTO LA LLENA DE MUCHO MÁS VALOR. A VECES HAY QUE COMPRAR EL PAÍS POR ESTAS COSAS.

Anónimo dijo...

Esto se veía venir, todo está prostituido, los valores están invertidos y el mundo se ahoga en su propio vómito. R.I.P. el mundo.

Anónimo dijo...

Cuando un intelectual como Beneyto apela a ese término en un periódico como El País y sin que se le censure, es que el grado de dececpción es máximo. Por eso Chávez merece el máximo respeto y la ministra de ZP, Espinosa, es una bocazas que no tiene vergüenza.

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