martes, 26 de enero de 2010

"LAS MENINAS" EN EL PUENTE DE ARGANDA *


Félix Población

El Presidente del Gobierno presidió ayer un homenaje al Comité Internacional para el Salvamento de los Tesoros de Arte Españoles durante la Guerra Civil, la mayor empresa de salvamento de obras de arte de la historia, en palabras de Rodríguez Zapatero. Esa deuda histórica, que nuestro país debía a la citada entidad, queda oficialmente saldada con la concesión de la Orden de las Artes y las Letras por el Consejo de Ministros, coincidiendo con la presidencia de España de la Unión Europea, a los nueve museos e instituciones que formaron parte de aquel Comité: desde el Metropolitan Museum de Nueva York a la Wallace Collection de Londres, pasando por el Museo del Louvre y la National Gallery.

Bien está que ese acto oficial, ostensiblemente tardío, sirva para dar lustre cultural al inicio de nuestra presidencia europea, pero el arduo, arriesgado y encomiable traslado del patrimonio artístico español desde Madrid a Ginebra, siguiendo la sucesiva radicación del gobierno republicano en Valencia y Barcelona, merece mucho más reconocimiento que el deparado con un puñado de honoríficas distinciones a muy respetables y prestigiosas instituciones artísticas. Más que nada porque fueron conciudadanos nuestros, comprometidos con la defensa del orden constitucional vigente, los que tomaron la decisión y verificaron la ingente tarea de poner a salvo de la metralla de las tropas rebeldes, además de muchas otras obras amenazadas por el asedio que sufría la capital de la República, el valiosísimo patrimonio del Museo del Prado, la pinacoteca más importante del mundo.

Cuando en noviembre de 1936 las tropas de Franco iniciaron sus bombardeos sobre Madrid, el gobierno republicano creó la llamada Junta de Defensa del Tesoro Artístico, presidida por el pintor extremeño Timoteo Pérez Rubio, que hubo de tomar la determinación de trasladar los fondos del Museo del Prado a Valencia después de los primeros bombardeos fascistas, sobre todo a partir del que tuvo lugar sobre el distrito del Congreso el 16 de noviembre. En esa zona, alojados en el hotel Savoy, residían los asesores soviéticos que posiblemente eran el objetivo del ataque, pero varias de las bombas lanzadas impactaron en el vecino museo. Si no se produjeron más daños que la rotura de un bajorrelieve italiano fue porque la dirección de la pinacoteca había preservado los fondos semanas antes en los sótanos, además de cubrir con sacos terreros la cúpula del edificio.

El 10 de diciembre de 1936 saldrá del Museo del Prado el convoy que, junto a otro cargamento, traslade a Valencia Las Meninas a una velocidad de marcha precautoria no superior a 20 kilómetros por hora. La excesiva altura de la extraordinaria obra de Diego Velázquez sobre el camión va a deparar una de las anécdotas más ilustrativas del azaroso tránsito del patrimonio artístico español por los caminos de un país en guerra. También nos sirve como ejemplo del celo, la meticulosidad y el pundonor puestos en la tarea por el gobierno republicano. Es el caso que como la estructura metálica superior del puente de Arganda no permitía el paso de Las Meninas, el cuadro hubo de ser trasladado a brazo y sobre rodillos por la noche, sin que la obra sufriera el mínimo desperfecto.

Tanto de esas imágenes como de la modélica e ingeniosa instalación con la que el arquitecto Joselino Vaamonde habilitó las Torres de Serrano en Valencia, para proteger asimismo de los bombardeos buena parte de las obras allí almacenadas, tenemos a disposición de nuestra mejor memoria histórica un magnífico documental de Alberto Porlan, realizado en 2004 (Las cajas españolas). En el mismo también se da cuenta de la creación del Comité Internacional para el Salvamento del Tesoro Artístico Español, que se ofreció a custodiar la conducción de las cajas hasta quedar depositadas en el Palacio de la Sociedad de Naciones de Ginebra. Para que tal destino fuera posible, el ministro de Estado y el propio presidente de la República tuvieron que apostarse en las carreteras de la diáspora para requisar los camiones para el traslado, “desalojándolos de armamento, vituallas e incluso heridos”.

El tesoro artístico español salió de Perpignan el 12 de marzo de 1939. Como recordó Rodríguez Zapatero ayer, nunca antes en la historia se había trasladado un patrimonio artístico mayor, por lo que fue mundial su repercusión noticiosa. En Ginebra se montó una gran exposición con las mejores obras que por su magnitud y la afluencia de visitantes fue calificada como el hecho artístico más importante del siglo. Todavía los cuadros estaban colgados cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. El muralista catalán José María Sert logró que el ministro francés Monzie habilitase un tren especial que trasladó de vuelta a España su patrimonio. El trayecto durante la noche del 6 de septiembre hubo de hacerse sin luces para evitar el riesgo de otros bombardeos que, como los que habían caído sobre el Museo del Prado, también eran fascistas.

Tres días después, las 1868 cajas españolas llegaron a Madrid sin más rasguño que una pequeña desgarradura en el cuadro de Francisco de Goya Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808, ocasionada por el paso del convoy por una calle demasiado estrecha. La historia narrada en el documental Las cajas españolas, deliberadamente silenciada y tergiversada durante el franquismo, debería ser hoy una lección elemental de cultura ciudadana en los centros de enseñanza, al margen de los homenajes oficiales rendidos a las aludidas instituciones artísticas internacionales. Nada mejor para simbolizarla que esas imágenes nocturnas, en medio de un entorno amenazador de guerra, del traslado a brazo de Las Meninas por el puente de Arganda. Ninguno de esos brazos anónimos tendrá nunca medalla, pero siempre serán la prueba más fehaciente de lo que la República quiso ser sobre todo: cultura en paz y democracia.

*Artículo enviado al diario Público.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La ultraizquierda y la derecha fascista acabaron con la República.

Anónimo dijo...

Era mucho lo que había que arreglar y demasiado el peso de los que tenían a España en la edad media.

Publicar un comentario