sábado, 26 de diciembre de 2009

EL CRIMEN FUE EN GRANADA*


Félix Población


La noticia de que los restos de Federico García Lorca no se encuentran en Alfacar (Granada), tal como desde hace más de cuarenta años sostenían algunas reputadas investigaciones históricas, vino casi a coincidir con la firma de unos convenios entre el ministerio de Justicia y siete comunidades autónomas para diseñar un mapa de fosas, previsto en la Ley de Memoria Histórica. Según esos convenios, el departamento de Justicia y los gobiernos autónomos firmantes establecerán unos parámetros comunes en todo el país para verificar ese mapa y crear una base de datos sobre la ubicación de las fosas y sus características, entre las que se consignará -si fuera posible- la identidad de las personas enterradas. La Plataforma de Víctimas de Desapariciones Forzadas por el Franquismo presentó en su día al juez la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, una lista con más de ciento cuarenta mil nombres de desaparecidos (143.353), de los que más de cuarenta mil (42.131) corresponden a Andalucía, con el nombre de García Lorca a la cabeza de tanta masacre.

El hecho de que los restos del poeta de Granada, así como los de quienes le acompañaron en su trágico final, no hayan aparecido en el lugar donde se los ubicaba, ha venido a rescatar teorías varias acerca de su enterramiento. Ian Gibson, que con Agustín Penón se basaba en el testimonio directo de Manuel Castilla (el enterrador) para suponer que el lugar era Alfacar, se inclina ahora por otra teoría verosímil, la aportada por el ex vicepresidente de la Diputación de Granada hace un año. Según Ernesto Molina, durante la construcción del parque Federico García Lorca, en 1986, fueron hallados restos humanos. La única información aportada al respecto, según Gibson, habla de que esos huesos fueron enterrados en otro lugar del parque, sin más pormenores.

Otra alternativa que se baraja es la ampliación del ámbito de investigación a una zona próxima conocida como El Caracolar, que se encuentra a sólo medio kilómetro del lugar donde la búsqueda no tuvo éxito, y que según el ex presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, el historiador González Arroyo, podría dar resultados positivos. No faltan entre las hipótesis la que se inclina por la posibilidad de que las autoridades franquistas llegaran a exhumar el cadáver del poeta en connivencia con sus familiares, que como se sabe se resistieron en un principio a que se llevaran a cabo los trabajos de búsqueda. Hay también suposiciones que sitúan los restos en el Valle de los Caídos, como los de tantas otras víctimas republicanas trasladados hasta allí por sus verdugos. Puestos a especular, un reportaje en el diario El País rescataba incluso la teoría novelesca desarrollada por Fernando Marías en su libro La luz prodigiosa: García Lorca, después de haber sobrevivido a su fusilamiento, acabaría su existencia muchos años después, de muerte natural, en el convento de monjas donde habría vivido enfermo de amnesia hasta 1951.

Señalaba Azaña, con motivo del traslado de los restos del escritor Ángel Ganivet -que se suicidó en la actual Letonia-, y sin saber que su destino post mortem también podría haber sido el mismo, el morbo histórico que caracteriza a los españoles en esa inerte materia, hasta el punto de afirmar don Manuel: Lo primero que se hace con los hombres ilustres es desenterrarlos. En España la manía de la exhumación sopla a ráfagas. Manuel Azaña fue enterrado en el cementerio de Montauban (Francia), localidad donde falleció bajo las penalidades de la gran diáspora republicana, y el poeta granadino no tiene todavía lápida que identifique su sepulcro. Esas dos circunstancias reflejan respectivamente, en las figuras de dos grandes personalidades de nuestra cultura, el destino de miles de republicanos muertos en el exilio y el de tantos otros enterrados en las fosas del olvido y para los que tan dilatada y laboriosa está siendo la justa reparación de su memoria, más de treinta años después de la muerte del dictador.

Manuel Vicent, en su columna semanal en la contraportada de El País el pasado domingo, calificaba como una gran ingenuidad “no sospechar que el franquismo hizo todo lo necesario para evitar que el cuerpo de García Lorca fuera un día rescatado, dejándolo a un metro bajo tierra a merced de cualquiera que pudiera levantarlo como una bandera.” Esa creencia, en efecto, es muy propia del nacional-catolicismo que apoyó aquella desalmada cruzada -de la que sigue haciendo enseña la Iglesia de nuestros días con el beaterio de sus mártires-, por lo que no sería de extrañar que los verdugos la aplicasen como prevención para erradicar toda trascendencia de ese tipo sobre el cadáver desaparecido del poeta.

Federico García Lorca fue ejecutado en el transcurso de aquel verano sangriento de 1936 junto a 5.000 granadinos. Por tratarse de una de las figuras más sobresalientes de nuestra cultura, su asesinato tuvo una amplia repercusión como prueba fehaciente de la barbarie franquista, que ni siquiera reparó en la posibilidad de tales consecuencias. Si el de Lorca fue entonces el nombre de cabecera para simbolizar ante el mundo el carácter de una represión brutal y despiadada, cabe vincular ahora la ausencia de los restos del poeta –al menos allí donde se esperaba encontrarlos- con la de esos más de cien mil víctimas que siguen desaparecidas en las fosas sin seña de España. Con ello, el nombre del más universal de nuestros poetas recobra, reforzada por esas circunstancias, la dimensión que a su muerte le dio el conmovedor poema de don Antonio Machado, tan perspicaz al abrazar con sus versos la necesidad de nuestra memoria histórica: “Se le vio caminar.../ Labrad, amigos,/ de piedra y sueño en el Alhambra,/ un túmulo al poeta,/ sobre una fuente donde llore el agua,/ y eternamente diga: / el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!”.

*Artículo publicado hoy, sábado, en el diario Público.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Viene más a cuento que nunca ese poema de Machado. Si antes se creía que Lorca estaba donde no está, ahora que no está el crimen es mucho menos olvidable.

Anónimo dijo...

A Lorca lo llevamos en los genes, en el alma y en la memoria ya desde siempre. Se les acaba el protagonismo, a las personas que quieren manipular con los restos del GRAN POETA, pero otros vendrán en su lugar. Él mismo, sería capaz de escribir grandes poemas inspirarados en su gran manipulación por parte de gente que viven de su memoria. Descanse en paz Federico, siempre te recordaremos.

Anónimo dijo...

Fue el cabeza de turco, en nuestros días se diría que la victima colateral. Es el gran manipulado para sacer rendimiento político. El gran abanderado de las libertades sin afilicación política ninguna, un adelantado a su tiempo.

Anónimo dijo...

Perdonen, pero Lorca fue republicano y como tal creía en aquella España que aniquiló otra España. Es, por lo tanto, una víctima del franquismo y como tal debe ser recordada. Además de como un gran poeta, por supuesto.

Anónimo dijo...

Vive Lorca, por eso buscamos la herida de su muerte.

Anónimo dijo...

Es universal y victima de la intolerancia, venga de donde venga. De verdad usted cree, que si hubiese ganado el bando republicano y con el gobierno de los comunistas, el poeta no tendría que haberse exilado, o lo que es peor, como en Cuba, haber agachado el mocho y sepultado en vida, como los grandes poetas y artistas cubanos que viven bajo la represión castrista. Qué se lo digan a Andrés Nin que lo asesinaron a sangre fría los comunistas y esto está más que probado. Seguramente hubieramos tenido una dictadura comunista hasta la caida de la URSS.

Anónimo dijo...

¿El gobierno de los comunistas? Por qué la derecha hace siempre ciencia ficción para justificar sus crímenes con otros futuribles que no se dieron más que en su bando.

Anónimo dijo...

No confundas la derecha con el socialismo libertario amigo. Estudia historia de izquierdas o lee a George Orwel, en Homenaje a Cataluña y sabrás que era el POUM (Trotskystas), partido que fue aniquilado por el PCE en el Frente Aragonés y su máximo dirigente Andreu Nin, asesinado cobardementepor estos. Te aconsejo que leas también Rebelión en la granja y 1984 del mismo autor, y ahí tienes la esencia de lo que es el comunismo y todos los totalitarismos.

Anónimo dijo...

yo le aconsejo que lea "The road to Wigan Pier" el camino a Wigan Pier de G. Orwel

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