martes, 1 de septiembre de 2009

DRAGOLANDIA


Félix Población

Con el nuevo curso en ciernes, se anuncia la nueva programación en emisoras de radio y televisión, después de la pésima, tediosa, soporífera y acostumbrada temporada estival en la que el país queda materialmente hastiado de tanta incompetencia y necedad por parte de los sustitutos de los comunicadores estrella, salvadas algunas y muy contadas y discretas excepciones.


Entre los programas venideros llama la atención el que Fernando Sánchez Dragó dirigirá y presentará en TeleMadrid con la cabecera que titula este comentario. No se le podía ocurrir otro nombre a quien tanto se gusta desde que se conoce y tanta experiencia atesora en la promoción de su su ego gracias a un contumaz y más que reconocido vicio narcisista.


Lo que nunca llegaré a entender es la relación amor/odio que locutor Dragó, según dijo Umbral, mantiene con la televisión, pues una y otra vez insiste en repelerla y criticarla, al tiempo que una y otra vez torna a prestar a las cámaras la retórica profusa, sinuosa y cansina de su verbo, así como la pétrea y rugosa encarnadura de su jeta.


Es lo que ha ocurrido una vez más ahora en que, al tiempo que se daba a conocer su nuevo programa, en el que contará con la colaboración de su hija Ayanta, Dragó ha dedicado toda su columna en el diario El Mundo a comunicar su deserción como espectador de los telediarios, habida cuenta la paramnesia que sufre cada vez que se apresta a saber lo que pasa en el mundo a través de estos informativos. Como se recordará, don Fernando fue presentador de uno de ellos, también en TeleMadrid, al que llegó a invitar a su gato, cuyo llorado fallecimiento fue noticia, y en el que brilló por su dependencia a los dictados de doña Esperanza Aguirre, presidenta del gobierno regional.


Dragolandia será un magazine cultural en que el Sánchez Dragó podrá dar rienda suelta una vez más a toda su pretenciosidad y pedantería, como cuando en la TVE de Aznar nos hablaba de libros. En esta ocasión le acompañarán nombres tan periclitados por sus desbarres públicos como los del ex dramaturgo Fernando Arrabal y el ex filósofo Gustavo Bueno, que de seguro darán más de un titular típico de sus gastadas ocurrencias cada vez que comparezcan.


No se puede esperar otra cosa de la cultura que Sánchez Dragó suele expender con su verba de tómbola o de buhonero de rastro cada vez que se asoma a la aborrecible televisión que tanto le gusta frecuentar, personificada en este caso en la única que se lo permite, la de doña Espe de Madrid, lideresa de España.

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