lunes, 6 de julio de 2009
YA HAY SANGRE EN TEGUCIGALPA, CARDENAL RODRÍGUEZ
Félix Población
El cardenal hondureño Rodríguez Madariaga, que pudo llegar a Papa, fue muy explícito a la hora de decantarse ante el golpe militar que sufrió su país hace una semana. A semejanza de lo que hiciera la jerarquía eclesiástica en el pasado, cuando ese tipo de barbarie era harto frecuente en América Latina, no apercibió a los golpistas de que por ser ellos los sublevados en contra del orden constitucional y estar en posesión de las armas, su actitud podía causar un baño de sangre.
La admonición del purpurado se dirigió al presidente depuesto, democráticamente elegido por la ciudadanía, ante la posibilidad de que éste retornase a Tegucigalpa. Esto es, que Manuel Zelaya, por hacer valer la voz y la razón de los votos, podía desatar la sinrazón de las botas, por lo que la responsabilidad de la previsible masacre sería en última instancia suya.
Según el corresponsal del diario Público en Tegucigalpa, el número de ciudadanos que se dio cita en el aeropuerto de la capital con el frustrado propósito de recibir a su presidente ronda el medio millón. Muchos otros no pudieron llegar por las dificultades que los militares están poniendo para evitar las marchas desde distintos puntos del país. En una fotografía a cinco columnas que hoy ofrece el citado periódico, varios jóvenes hondureños, sentados en el suelo, oponen resistencia con sus manos sobre los escudos de los soldados, cuyos cordones -según el rotativo- empezaron a ceder al filo de la medianoche (hora española). Es una de las mejores imágenes de las pocas que por ahora nos están llegando del conflicto.
Hay otra no menos significativa, sin embargo, y que deja en evidencia las palabras del cardenal Rodríguez Madariaga. Ya hay sangre en Tegucigalpa, eminencia, y no podía ser otra que la de quienes se resisten con la voz de la razón a la barbarie de las armas sin que Manuel Zelaya haya podido arribar finalmente al país y haya tenido que hacerlo en El Salvador. Isis Obed Murillo, 19 años, es el nombre de la primera víctima mortal, cuya imagen nos llega hoya a través del diario El País. Quizá no sea la única, pues cuenta el corresponsal de este periódico que a un hospital de la capital hondureña van llegando heridos de bala desde hace varias noches, todos tiroteados durante el toque de queda, sin que esas informaciones puedan trascender a los medios nacionales por la censura informativa impuesta.
La sangre ya ha empezado a correr en Tegucigalpa, eminencia, y usted y sus obispos advierten a quien venció con la palabra en las urnas que no regrese para que no haya un baño de sangre. Una vez más en la sangrante historia de América Latina, eminencia, la iglesia que usted representa no está donde debe y dijo Cristo Jesús: Bienaventurados los pacíficos: porque ellos serán llamados hijos de Dios.
RedDIARIO
Los obispos Casaldáliga y Valentini expresan su solidaridad con el pueblo hondureño. (PiensaChile).
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