sábado, 25 de julio de 2009

COUSO Y LOS OJEADORES DE LA VERDAD EN LA GUERRA DE LAS MENTIRAS


Melibea

La de Irak, aparte de una guerra basada en la mentira que costó y sigue costando miles de víctimas, también pasará a la historia por registrar en una sola jornada y en transcurso de tres horas el insolíto ataque, por parte de las fuerzas armadas invasoras, de tres sedes periodísticas en Bagdad, saldado con la muerte de tres informadores. Entre ellos estaba el camarógrafo de Tele 5 José Couso, cuyo caso, según la Audiencia Nacional, ha sido resuelto a favor de la razones sustentadas por el Mando Central Norteamericano, excusando de culpa a los ejecutores sólo con argüir que el hotel Palestina de la capital iraquí, residencia de periodistas, era sospechoso de albergar algún elemento hostil. Por este motivo, un grupo de compañeros del fallecido, entre los que se encuentra Jon Sistiaga -ante cuya imagen en socorro de Couso todos nos conmovimos en su día delante de los televisores-, suscribe hoy una carta sumamente explícita cuyo texto sólo hemos leído en el diario Público, cuando lo que plantea y denuncia debería ser compartido y difundido por todos los medios de información del país. Si finalmente la muerte de José Couso quedara impune, la guerra de las mentiras habrá culminado la razón de su nombre con el asesinato de un ojeador de la verdad. He aquí el texto de la carta:

"El auto de la Audiencia Nacional sobre el caso Couso considera que si un militar ataca un lugar civil ese militar estará excusado con solo decir que creía que en dicho lugar había un elemento hostil. Rechazamos este planteamiento que da rienda suelta a la impunidad de los ejércitos y despoja a los civiles de la protección que les confiere la ley internacional.
No entendemos por qué la Audiencia otorga credibilidad al informe del Mando Central Norteamericano y no hace caso a los periodistas que estábamos en el hotel Palestine y presenciamos la muerte de Couso.
Somos la parte imparcial de una guerra. Nuestro trabajo es contar la verdad. Por ello insistimos en que existen aspectos que deben ser investigados, como el hecho de que en tan solo tres horas tres sedes periodísticas de Bagdad fueran atacadas por fuego estadounidense, con la consecuencia de tres informadores muertos.
Nos preguntamos por qué el auto todavía hace referencia a la presencia de un francotirador en el hotel, cuando el propio Pentágono desechó esa teoría. En cuanto a la teoría del ojeador, el Palestine era un lugar civil con cámaras y periodistas que mostrábamos lo que estaba ocurriendo. Éramos ojeadores, sí. Ojeadores protegidos por la ley internacional.
Deseamos que se proteja la libertad de información y que no se ignoren nuestros testimonios. Por ello firmamos este texto no solo los periodistas que hemos declarado ante el juez, sino otros compañeros de diversas nacionalidades, testigos como nosotros de la muerte de Couso".

Firmas: Carlos Hernández de Miguel, Olga Rodríguez Francisco, Jon Sistiaga, Jesús Quiñonero, Mónica G. Prieto, Fran Sevilla, José Miguel Azpiroz, Pedro Khron (Portugal), Rafael Homem (Portugal), Gustavo Sierra (Argentina), Marta Herrero Maestro, Alberto Sotillo, Eduardo Salazar (México), Jorge Pliego Guzmán (México), Tomás Alcoverro (Beirut), Rafael Cavada (Chile), Ferdinando Pellegrini (Italia), Francisco Javier Mellado Tavera, Ángela Rodicio, Francisco Peregil, Fernando Matey.

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