jueves, 9 de julio de 2009

LA DIGNIDAD DE PILAR MIRÓ Y EL CASO CAMPS


Félix Población

Como de trajes se trata, bien está recordar una vez más, como lo han hecho no pocos comentaristas, el caso de la fallecida Pilar Miró y su dimisión como directora general de Televisión Española -en donde verificó una de las labores más eficientes llevadas a cabo a lo largo de su historia-, hecho del que se cumplen ahora veinte años.

Es de hacer constar la defensa que Miró hizo en el Congreso de los Diputados de su derecho a adquirir unos vestidos para asistir a determinados eventos, en calidad al cargo que ocupaba, pasando después ese vestuario a la guardarropía de Televisión Española. Dimitió Pilar Miró y transcurridos tres años los tribunales, sin presiones políticas que decantaran en uno u otro sentido su decisión, absolvieron a la excelente realizadora cinematográfica.

En el caso que ahora se ventila con muy creciente mal olor, el del señor Camps, éste no adquirió sus trajes con dinero público y de manera nítida, sino de modo oculto, sin factura que los justifique y a través de la corrupta trama Gürtel, que aunque Rita Barberá quiera comparar con las anchoas del señor Revilla a ZP, tiene como leit motiv regalos y sobornos del tipo de coches Jaguar o extrañas acumulaciones de capital debajo del colchón hogareño, con un monto que supera los 300.000 euros en billetes de 500.

Dijo hace unos meses Luis Ramallo, el diputado de Alianza Popular que más se caracterizó en denunciar a Miró en 1989, que aquel caso no es comparable con el escándalo Gürtel, que presuntamente implica al presidente Camps. El ex congresista cree que, al contrario de lo que él exigió con tanto denuedo a Pilar Miró hace veinte años, el presidente de la Comunidad de Valencia no tiene por qué dimitir.

Conviene recordar también que el señor Ramallo fue acusado en su día de recibir costosos regalos cuando era notario de Gescartera, entre los que figuraba un reloj valorado en dos millones de pesetas, y que por eso la comisión de garantías del Partido Popular le suspendió cautelarmente de militancia. En honor a Luis Ramallo hay que añadir que años más tarde pidió públicamente perdón a Pilar Miró, si bien para entonces el cine español había perdido para siempre a la más sobresaliente de su directoras. Todo un ejemplo de dignidad, también.

PS.- Como hoy hace notar el diario El País, la permanencia en su cargo del señor Camps puede deberse a la confianza que el PP tiene en la presión política que el president como tal puede ejercer sobre la judicatura más conservadora.

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