miércoles, 27 de mayo de 2009

LA MINISTRA AÍDO Y LA VIDA A LOS 16 AÑOS


Félix Población

Todos recordamos que cuando Rodríguez Zapatero, dejándose llevar sin duda por la buena cosecha de votos que deparó a su partido la ciudadanía femenina (en torno a un millón más que el cosechado entre varones), tuvo la ocurrencia de crear un Ministerio de Igualdad a fin de institucionalizar el muy necesario y primordial objetivo de avanzar hacia esa meta en la sociedad española.

Puede que el nacimiento de un ministerio de esas características, con ser tan elementales y precisas las directrices que persigue, haya sido en parte una concesión a la galería electoralista, culminada además con la elección para dirigirlo de la mujer más joven que haya desempeñado tal cargo. Quizá, en estos tiempos de crisis, una gestión como la que el Ministerio de Igualdad acomete podría haber sido verificada con parecida diligencia mediante el correspondiente departamento de una dirección general, sin tanta cartera ni infraestructura.

El hecho de que ZP, en lugar de acometer el objetivo de la igualdad con mayor discreción, lo hiciera con tanto lucimiento de ministerio y ministra, sentó muy mal a una caterva de periodistas retrógrados, caracterizados tanto por su casposa ranciedad machista como por su resentimiento personal hacia lo que ellos llaman progresía, a la que escarnecen con las florituras sarcásticas de su verbo, tan bien pagado por las empresas en donde rinden su servicios al dictado de la oposición conservadora.

Pues bien, esos mismos elementos con su trasnochada mala baba son los que ahora han aprovechado la defensa que la ministra de Igualdad hace de la nueva ley del aborto para volver a las andadas con su patibulario machismo. Bibiana Aído sostiene que una mujer de 16 años no ha de soportar ninguna imposición que la obligue a un parto no deseado, pues esa decisión le compete sólo a ella en tanto en cuanto va a ser determinante para su porvenir. Dada la trascendencia de la maternidad y la autonomía de que dispone una joven de esa edad en cualquier otro asunto médico, es de todo punto razonable que esa joven pueda tener la facultad de elegir si quiere o no quiere ser madre, sin que eso anule el apoyo o colaboración que unos padres dignos de su confianza deben prestarle en tan delicada coyuntura.

La ley no impele a las chicas embarazadas de 16 años a que aborten, como parece desprenderse de las tesis más tóxicas de esos plumillas retro. Tampoco a que si lo hacen no se lo digan a sus padres. En una familia donde se dé un clima de comunicación medianamente satisfactorio nunca sería posible el silencio sobre tan decisiva cuestión. Porque lo que está en juego, sobre todo y ante todo, es el proyecto vital de nuestra hija, a la que por cariño no podemos imponer lo que ella libremente, como única dueña de su cuerpo, no quiere.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo creo que en el fondo de las críticas al aborto no está la defensa de la vida ni la defensa de la vida humana ni la defensa de la mujer ni la defensa de nada. A mí me parece que lo que subyace es querer castigar el sexo. Ya no es políticamente correcto decirlo pero recuerdo muy bien la expresión "¡Haberlo pensado antes, cuando te lo estabas pasando bien!" El polvo hay que pagarlo.

Anónimo dijo...

Coincido con el comentarista anterior en todo...¿se acuerdan de cuando los preservativos eran cosa de guarras:::?

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