miércoles, 20 de mayo de 2009

EL POSIBLE ASESINATO DE JUAN PABLO I Y LA INVOLUCIÓN DE LA IGLESIA


Lazarillo

Jesús López Sáez es un sacerdote y teólogo progresista, fundador de la comunidad Ayala, que acaba de dar a la publicidad un libro -parcialmente consultable por Internet- en el que sostiene la tesis de que el pontífice Juan Pablo I fue asesinado. La extraña muerte de aquel Papa, tan sólo un mes después de ser nombrado, dio mucho que hablar y escribir acerca de tal posibilidad, sobre todo porque, según afirma López Sáez en su obra (Juan Pablo I. Caso abierto), la causa oficial del fallecimiento -un infarto de miocardio- no encaja ni con la buena salud de que gozaba el pontífice, ni con su absoluta carencia de antecedentes patológicos coronarios.

Según se puede comprobar en la fotografía que ilustra este comentario, Juan Pablo I sorprendió a la comunidad católica por su imagen accesible, sencilla y campechana, muy similar a la que acompañó durante su pontificado a Juan XXIII. A pesar de que se nos intentó transmitir la idea de que la suya era una personalidad débil, superada por las altas obligaciones de su cargo, se mantiene en el libro citado que Albino Luciani tenía una gran fortaleza de ánimo y una no menor capacidad de trabajo, dispuestas para reafirmar el carácter renovador que supuso para la Iglesia el Concilio Vaticano II.

Comprometido con esa línea aperturista, López Sáez aseguraba en una entrevista publicada por Diario de Ávila que el Papa Luciani fue un mártir de la renovación eclesial y que en las fechas previas a su posible asesinato no desconocía la posibilidad de que atentaran contra su vida. Juan Pablo I ya había mostrado para entonces su beligerancia contra la influencia de la mafia y de la logia Propaganda 2 en determinadas áreas y pozos oscuros de la contabilidad vaticana. Súmese a eso la importante renovación de la curia que pensaba acometer de inmediato aquel pontífice de aspecto bonancible y amable.

Todas estas informaciones y deducciones no las ha sacado el autor del libro de una fuente baladí, sino de su amigo Camilo Bassoto, un periodista italiano que tuvo acceso a las confidencias epistolares de un cardenal argentino, Eduardo Pironio, según las que a su vez le participó a éste el propio pontífice antes de su muerte.

Lo más evidente de esta oscura historia, sobre cuyas circunstancias probablemente nunca se haga la luz, es que la católica iglesia no ha dejado de ir para atrás, camino de Trento, desde que Juan Pablo I fue inhumado. Con él, según Jesús López Sáez, también fue enterrado el Concilio Vaticano II.

5 comentarios:

JESÚS dijo...

En El Vaticano no hay policía para investigar crímenes. Todo forma parte de la misma mfia.

Anónimo dijo...

¿De verdad habría sido distinto el camino de la iglesia si no hubiese muerto tan pronto Juan Pablo I? ¿Qué hubiese ocurrido con la teología de la liberación?

Ledes dijo...

De estos se habló mucho el año pasado porque se cumplían 25 de la muerte, ¿por qué se vuelve a lo mismo si va a ser que no, que beatificarán al papa contra natura beatífica.

Anónimo dijo...

La muerte de Juan Pablo I fue un golpe de estado en toda regla orquestado por los sectores "ultras" de la Iglesia (Opus, Mafia, Kikos, etc...) que se oponían a que continuara la renovación o "aggiornamento" iniciada en los años 60 y 70. El KGB intentó un "Contragolpe" a través de los servicios secretos búlgaros (el de Alí Agca) pero fracasó.

Anónimo dijo...

Pedro, me gustaría contar con esa información que aportas.

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