martes, 5 de mayo de 2009

APARTHEID EN SUDÁFRICA E ISRAEL


Félix Población

Lo recordaba hace unas fechas uno de los corresponsales más fiables que tiene el periodismo español en Jerusalén, Eugenio García Gascón, que lo es del diario Público. En la televisión israelí se pudo presenciar una significativa secuencia del presidente George W. Bush hace un año, hablando desde el llamado despacho oval de la Casa Blanca. En un determinado momento se dirigió fijamente a la cámara y advirtió al respetable, como si cualquiera de los espectadores del universo mundo pudiese ser un potencial infractor de su exhortación admonitoria: No critiquéis a Israel.

En la sesión de la ONU en que Mahmud Ahmadineyad no sólo se permitió la crítica, sino que calificó de racista al Estado israelí, pudimos advertir el peso de las palabras del ex presidente norteamericano -como si todavía ejerciera mando con torturas en plaza- en los diplomáticos occidentales presentes en la sala, pues todos a una abandonaron el recinto. Cierto que Irán es, como Israel, un Estado teocrático, y por lo tanto su máximo mandatario no resulta la persona más indicada para honrarse como demócrata, aunque haya sobrados indicios para dar por ciertas sus aseveraciones.

Para reafirmarlas recurría el periodista aludido a una información publicada por el prestigioso diario The Guardian hace tres años. La firmaba Chris McGral, que había sido corresponsal del citado periódico tanto en el país africano como en Jerusalén y contaba por lo tanto con el preciado bagaje de su experiencia profesional para contrastar el grado de apartheid en uno y otro país. McGral señalaba que el racismo del Estado sionista superaba al de la Sudáfrica más segregacionista y que eso es algo que hoy en día pueden comprobar sobre el terreno, en relación con los palestinos, los viajeros sudafricanos de toda condición que visitan Israel y los territorios ocupados.

Han pasado meses desde que la milicia israelí ocupó y arrasó Gaza a sangre y fuego causando una auténtica masacre entre la población civil, con centenares de muertos entre mujeres y niños. La mayoría de las víctimas sobrevivientes, como pudimos leer hace poco en un reportaje publicado por el diario El País, no han dejado de serlo hasta el día de hoy, refugiadas en tiendas de campaña y sin que puedan acceder a los suministros que recompongan sus casas derruidas y el curso de una vida más o menos normalizada. El Estado israelí lo impide porque tiene las llaves de ese gran Guantánamo en que ha convertido la franja de Gaza y abre y cierra la comunicación exterior a su capricho, evitando con un depurado y sádico racismo que un millón y medio de seres humanos pueda rehacerse de la barbarie cometida contra ellos por sus propios carceleros.

El nuevo gobierno ultra-conservador de Israel aconsejó recientemente a Europa, como hiciera Bush, que evitase las críticas si quería estar presente en las conversaciones de paz. Europa debe saber muy bien, porque combatió contra el racismo nazi que masacró en su territorio a la comunidad judía, que el racismo está siempre en guerra y ahora quien más lo sufre -desde hace decenios y ante la indiferencia o el acatamiento de la comunidad internacional- es el pueblo palestino.

RedDIARIO
La otra crisis de Gaza. (Erin Cunningham, Alianza de Comunicadores para el Desarrollo).

1 comentario:

Tere dijo...

Os agradezco mucho esa información de la alianza de comunicadores para el desarrollo, también el artículo de Félix. Saludos.

Publicar un comentario