martes, 28 de abril de 2009

MANOS LIMPIAS, MENTES LÚCIDAS Y CORAZONES ARDIENTES


Félix Población

La reelección del presidente Rafael Correa se ha solventado en Ecuador con una histórica e incontestable victoria en la primera vuelta electoral. A semejanza de lo que viene ocurriendo en Venezuela y Bolivia, la ciudadanía no tiene dudas de modo manifiesta y rotundamente mayoritario acerca de la alternativa política que puede ser más positiva para sus respectivos países.

Entre Correa, con casi el 52 por ciento de votos a su favor, y el candidato Gutiérrez, que no llega al 28 por ciento, la diferencia habla por sí misma acerca del respaldo masivo con el que cuenta el actual primer mandatario después de dos años y medio de gobernación. En Ecuador, hoy en día, como en Venezuela y Bolivia, antes que hablar del consabido desgaste que ocasiona el poder, más bien habría que referirse a la reafirmación del apoyo que los ciudadanos prestan a sus gobernantes en cada cita electoral.

Con estos resultados, el partido del presidente Correa podría lograr la mayoría absoluta y refrendar y profundizar, gracias a una Constitución aprobada con el 75 por ciento de los votos, el camino de la llamada revolución de los ciudadanos, equivalente al socialismo del siglo XXI, en el transcurso de los próximos cuatro años. Todo lo cual, pues cuenta con la democrática y soberana decisión de los ecuatorianos en las urnas, debería ser un motivo de fundadas y esperanzadoras expectativas, máxime si se consideran los incuestionables logros sociales cosechados por el actual gobierno en poco más de dos años.

En este sentido es de resaltar la política educativa y sanitaria llevada a cabo hasta ahora, así como la construcción de modestas pero dignas viviendas para la población más necesitada, de la que tuvimos hace unos días un flash informativo en uno de los telediarios de La Primera: Es como vivir un sueño, decía una de las agradecidas propietarias sin poder disimular su gozo desde la puerta de su casita de planta baja.

Miren, señores editorialistas del diario El País, es muy posible que según su criterio la caída del precio del petróleo y el descenso en las remesas dinerarias que mandan a su país los dos millones de emigrantes ecuatorianos sean serios inconvenientes que compliquen mucho el panorama a Correa. Que Ecuador, por su economía dolarizada, no sea el lugar más indicado para las inversiones internacionales y que, si las condiciones empeorasen aún más, el control económico de Correa distará de estar tan asegurado como el político que acaba de revalidar.

No obstante, por muy poca halagüeñas que sean las perspectivas que ustedes avizoran, al día de hoy y después de haber escuchado la mesura y sencillez con las que Rafael Correa expresó su cívica voluntad revolucionaria -glosada casi con un talante risueño-, envidio desde la admiración a un país que está como nunca en su historia en condiciones de creer a su máximo mandatario cuando afirma que su proyecto necesita manos limpias, mentes lúcidas y corazones ardientes. Quienes se comprometan con ese triple requisito, podrán colaborar en la empresa común, pues sobre ellos se debe fundamentar lo que une a la ciudadanía.

Frente a declaraciones tan constructivas y estimulantes, la primera palabra que afloró en las del derrotado Gutiérrez -para derrotarlo aún más- fue guerra -aunque se refiriera a guerra informativa-, como si pretendiera rescatar desde la impotencia de su fracaso un pasado caduco, en guerra con el bienestar de la mayoría hacia el que ahora, por fin, se tiende.

1 comentario:

Regis dijo...

Me hubiese gustado leer algo sobre Ortiz, Lazarillo.

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