miércoles, 1 de abril de 2009

FERRER Y EL CAPOTE DE ANTONIO MACHADO


Félix Población

Fue en el día de hoy, hace setenta años, cuando Franco dio por cautivo y desarmado al ejército rojo y continuó su masiva e intensa represión entre los vencidos para así cimentar, según dice Santiago Carrillo hoy en Público, la unidad de su régimen.

Un mes y pico antes había muerto en la localidad francesa de Collioure Antonio Machado. Entre sus escasas pertenencias posiblemente se hallara el capote que le entregó en Banyuls, durante aquella dramática diáspora, otro republicano que reconoció al poeta, aterido y enfermo en la crudelísima intemperie de aquel invierno.

Contaba Juan Cruz, en una breve nota biográfica, que Eulalio Ferrer cambió un paquete de cigarrillos por un ejemplar de El Quijote en un campo de concentración de Francia. A partir de ese momento, quien luego sería un apasionado bibliófilo, entretuvo sus días de internamiento con la obra de Cervantes y se sirvió de sus páginas como almohada por las noches.

Antes de llegar a México en el mercante Cuba, Ferrer dejó constancia de esa memoria en un libro, Entre alambradas, que le hizo pasar de la lucha de clases a la lucha de frases -como recuerda hoy Luis Díez-, pues llegó a ser don Eulalio meritísimo publicista en aquella república. Tan es así que colaboró como tal con el mismísimo John F. Kennedy.

Sus inquietudes cervantinas, sembradas entre alambradas, crecieron hasta tal punto que legó a la ciudad de Guanajuato el que hoy se considera primer museo iconográfico cervantino del mundo, al que también donó su interesente y nutrida biblioteca sobre el autor de El Quijote.

Natural de Torrelavega, Cantabria, Eulalio Ferrer realizó en México, agradecido sin duda por la acogida que aquel país prestó a los exiliados republicanos, una intensa labor en pro de la cultura y la educación entre la población más necesitada. Es de destacar en esa línea las campañas de escolarización llevadas a cabo en la región de Chiapas.

No podía ser de otra manera en quien defendió una causa que auspiciaba la cultura en libertad, socorrió a don Antonio del frío del camino en aquella diáspora inclemente y posiblemente leyó luego muchas veces aquellas frases de Cervantes en las que Ferrer apoyó sus sueños de recluso: La libertad es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.

Hace unos días murió en México don Eulalio, setenta años después de que Franco diera por cautivos y desarmados a quienes como don Antonio y el propio Ferrer no han dejado ni dejarán de salir victoriosos de la humana memoria gracias a sus obras.

RedDIARIO
La derrota de los combatientes. (José Andrés Rojo).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Fueron muchos y muy buena gente la que se fue del país mientras en el país se mataba y se encarcelaba a los que se quedaron.

Regis dijo...

Fueron muchos y muy buena gente la que se fue del país mientras en el país se mataba y se encarcelaba a los que se quedaron.

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