domingo, 15 de marzo de 2009

LOS MORISCOS, LOS SAHARAUIS Y JUAN GOYTISOLO


Lazarillo

Coincido con el reputado escritor Juan Goytisolo cuando afirma, en los primeros párrafos del artículo que firma hoy domingo en el diario El País, que en el pasado de todos los países alternan los episodios embarazosos y los que son motivo de patriótica exaltación. También estoy de acuerdo con él en que los cuatrocientos años que se cumplen en 2009 de la expulsión de los moriscos, en tiempos de Felipe III, figura entre los primeros. Y lamento asimismo, como asegura Goytisolo, que fuera de la fundación El Legado Andalusí y de los historiadores convocados por éste el próximo mes de mayo, la España oficial y académica se haya encastillado en un precavido silencio que revela su manifiesta incomodidad. La España oficial y académica -afirma el escritor- evita abordar el cuarto centenario de uno de los hechos más ominosos de nuestra historia: la expulsión en 1609 de cientos de miles de compatriotas de antecedentes musulmanes.

Pero ya que tan puntual y persuasivo es don Juan en esa crítica sobre unos episodios que se remontan a un pasado de cuatro siglos, me gustaría insistir una vez más en el precavido y absoluto silencio del señor Goytisolo respecto a otro de los episodios embarazosos de nuestra historia -en este caso mucho más reciente-, cuyos cientos de miles de víctimas vienen padeciendo desde hace más treinta años un ignominioso destierro, no lejos del lugar de residencia de don Juan y por culpa del reino dictatorial del país en que habita, Marruecos.

Me refiero, claro está, al pueblo saharaui, desalojado de su territorio y refugiado de prestado y durante decenios en la intemperie del desierto. Si es en verdad ominoso que un hecho de nuestro pasado remoto haya afectado a las vidas y haciendas de cientos de miles de moriscos, obligados a abandonar el solar de sus mayores, mucho más lo es que un episodio similar, derivado de nuestra historia más próxima, ocasione en presente una parecida trayectoria para otros tantos cientos de miles de seres humanos, conciudadanos nuestros hasta hace poco más de un cuarto de siglo.

Ominoso es el papel desempeñado por los sucesivos gobiernos de España en el contencioso del Sáhara Occidental, siempre a expensas de no irritar a Marruecos, y ominoso es el papel de aquellos intelectuales que, como Goytisolo, prefieren remontarse a los moriscos, cuatro siglos atrás, antes que comprometerse con los saharauis, sobre todo si esto se debe a meras y personales razones de residencia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Completamente de acuerdo. Es fácil tomar partido cuando no tenemos que asumir consecuencias. Es importante solucionar agravios pasados, sí, pero creo que el arma de Juan Goytisolo, que es poder publicar una opinión en un medio como El País, estaría mejor empleada en luchar contra los agravios actuales, que son de la misma naturaleza y que suceden a su lado.(Leen El País los saharauis?)

Anónimo dijo...

Me gustaría que fueran otras las razones para el silencio de Goytisolo.

Anónimo dijo...

Lo que tiene tela en realidad es el silencio del gobierno español en el asunto de los saharauis, aunque cuando habla es peor.

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