miércoles, 24 de septiembre de 2008
LOS SUELDOS Y LA HONRA DE LOS POLÍTICOS Y LOS BUFONES
Félix Población
La lideresa Aguirre y doña Rosa Díez han tenido a bien valorar la honra política en razón a los estipendios. Es muy probable que al hacerlo no hayan querido decir que sus respectivas e indisimuladas ambiciones se basan en lo mismo, pero el hecho es que tales declaraciones se atienen estrictamente a esa concordancia y costaría mucho interpretarlas de otro modo.
La presidenta de la Comunidad de Madrid ha dicho con relación a la retirada de la política de María San Gil, destacada compañera de su partido en el País Vasco que ayer renunció a su acta de parlamentaria en aquella Comunidad, que su marcha honra a San Gil porque se queda sin sueldo a fin de mes. Personalmente me parece un comentario muy poco generoso respecto a la capacidad política y valentía personal sobradamente demostradas por doña María en el País Vasco.
En cuanto a la representante y única diputada del partido Unión, Progreso y Democracia, que fuera durante muchos años militante del Partido Socialista, tampoco ha estado muy afortunada a la hora de rebatir a quienes la acusan de oportunismo por irse del PSOE para colmar sus ambiciones políticas. En el Parlamento Europeo ganaba seis veces más que en Congreso, ha dicho Rosa Díez como mejor argumento para desechar esas críticas. No bastaba afirmar, como de hecho afirmó, que se fue porque las cosas en las que creo no podía defenderlas en ese partido.
Tanto en un caso como otro es como si la señora Aguirre y la señora Díez estimaran insuficientes las ideas o la coherencia política con las mismas como razón para renunciar a un acta de parlamentaria o a la militancia en un determinado partido. Puede que una y otra se atengan a lo que manda en la sociedad, que es el dinero, y que por lo tanto apelen a la pasta perdida para acreditar la honradez política ajena o propia.
Si esto pasa con nuestros políticos, no es de extrañar que quien fuera un admirado provocador de nuestra escena, el director de Els Jogals Albert Boadella, cualificado bufón no sólo por oficio y biografía sino por su varia andanza a la sombra primero de los socialistas catalanes y luego de Ciutadans, haya acabado como director de los Teatros del Canal de doña Esperanza Aguirre, incapaz acaso de superar la frustración que en un día ya lejano le ocasionó no estar al frente del Teatro Nacional de Cataluña.
Es muy posible que a cambio de su institucionalización mesetaria Boadella obtenga unos estipendios más que generosos en consonancia con el costoso nuevo centro cultural de Madrid. Con ellos quizá pretenda doña Espe valorar, según su estilo, la honra artística de don Albert.
3 comentarios:
Hace tiempo que Boadella dejó de ser el nombre del que vive. Ahora pretende vivir mejor a costa de eso, de dejar su nombre por los suelos.
El pensamiento libre no debe tomar asiento, a menos que la cague, como en la fotografía.
Si se mira hacia atrás la biografía política de Boadella podemos asegurar que su "inconformismo", dejando al margen unos méritos teatrales incuestionables, fue una forma ingeniosa de hacerse publicidad contando con la colaboración de la autoridad vigente.
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