viernes, 19 de septiembre de 2008

GARCÍA LORCA, SUS RESTOS, LA VIDA DE SU VOZ


Félix Población
Los familiares descendientes de Federico García Lorca han dado finalmente permiso para que sea abierta la fosa común donde se encuentran los restos del poeta, asesinado por el ejército franquista en el verano sangriento de 1936. Con él perdieron la vida cinco mil granadinos más, víctimas de la frenética represión que subió desde el sur con el avance de las tropas golpistas. En Víznar, por lo tanto, tal como expresa hoy el poeta García Montero, la fosa de Lorca viene a representar la memoria de esa masacre: Aquello no es una cuneta, es un mausoleo de la memoria, y está muy bien que se haya defendido del morbo.

Es precisamente el morbo y la prevención ante el circo mediático que puede montarse con ocasión de la identificación de los restos que descansan desde hace setenta y dos años en la fosa de Víznar, lo que Laura García Lorca más teme una vez se remueva la tierra que pretendió acabar inútilmente con la memoria de un poeta genial, un maestro ateo y dos banderilleros. Me parece una prevención sobradamente justificada, tal como muchos medios ejemplifican hoy en día con su proceder tanto el morbo como la pugna esperpéntica por las exclusivas de este o similar carácter.

Añádase a eso, tal como recuerda el historiador Santos Juliá que decía Azaña con motivo del traslado de los restos del escritor Ángel Ganivet -que se suicidó en Finlandia-, el morbo histórico que caracteriza a nuestro país en esta materia, hasta el punto de afirmar don Manuel: Lo primero que se hace con los hombres ilustres es desenterrarles. En España la manía de la exhumación sopla a ráfagas.

Ahora la ráfaga le toca a García Lorca, si bien le habría podido tocar al propio presidente de la Segunda República, enterrado en el cementerio civil de Montauban después de la Guerra Civil, o al poeta Antonio Machado, que descansa en Colliure desde 1939. Cierto, tanto uno como otro fueron acogidos en tierra francesa con la dignidad y reconocimiento que todo ser humano merece.

Esa dignidad y respeto también le corresponde a la memoria de Federico García Lorca, por lo que sería deseable que sus restos siguieran descansando donde están. Tienen como mejor identificación en la fosa de Víznar la que más debería competer a una cultura que honra a un poeta asesinado por la intolerancia fascista: Lorca somos todos.

Si de verdad lo somos, sigamos leyéndole para darle más vida a la cultura libre que la voz de Lorca pronuncia como palabra esencial en el tiempo y una pandilla de generales felones pretendió inútilmente enterrar en el olvido y el anonimato de las cunetas.

RedDIARIO
Junto a la tumba de Azaña. (Ramona García Gabaldón).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hubo un tiempo durante la transición en que se homenajeaba a Lorca con canciones y poesía, iban los intelectuales y los políticos porque molaba mucho ser antifranquista después de Franco, pero hace tiempo que eso, más importante que rebuscar en los huesos la identidad del poeta, ya no se estila. Enhorabuena por tu blog.

Anónimo dijo...

Creo que la frase del párrafo final es de Machado, ¿no?, eso debería ser la cultura escrita cuando se escribe con conciencia.

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