Lazarillo
Si lo de Franco en Salamanca clama al cielo, porque dicha localidad es ahora capital de la memoria histórica con su recién nombrado Centro Documental y cuenta, sin embargo, con hasta veinticuatro símbolos franquistas y el extinto Caudillo como alcalde honorario e hijo adoptivo de la ciudad, lo de Valencia ayer merece por lo menos concatenarse con este precedente.
La alcaldesa Barberá acaba de aprobar con los votos del PP y la abstención del Partido Socialista, el nombramiento del cardenal arzobispo García-Gascó como hijo adoptivo de Valencia por su fecunda labor a lo largo de quince años al frente de aquella archidiócesis. En palabras de la concejala de cultura de aquel Ayuntamiento, se agradece así el fructífero trabajo desarrollado por don Agustín, no especificando la naturaleza del mismo.
Por tal motivo no sería de desechar que el Partido Popular haya tenido en cuenta la extraordinaria tarea de oposición política desempeñada por el prelado a lo largo de la pasada y airada legislatura. Fue don Agustín, recuérdese, quien con otros obispos pancarteros de similares ideas y creencias, ya fuera en manifestaciones o en misas de campaña, se expresara de esta guisa en contra del Gobierno de ZP. Por el camino del aborto, del divorcio express y de las ideologías que pretenden manipular la educación de los jóvenes -voceó en la Plaza de Colón don Agustín-, no se llega a ningún sitio salvo a la disolución de la democracia.
Como hizo Franco, sólo que a tiros y bajo palio por la gracia de Dios.
2 comentarios:
¡¡¡¡¡24!!!!! Pero qué es lo que votan los salmantinos. ¿Votan quizá?
La historia de la Iglesia en España avergüenza a un demócrata.
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