lunes, 2 de junio de 2008

LA PRIMERA ABUELA DE LA PLAZA DE MAYO


Félix Población
Su nieta Ana Libertad nació en el cautiverio de la dictadura el 16 de junio de 1977. Meses antes habían sido secuestrados por los militares golpistas su hijo Roberto José y su hija menor Elena, embarazada de Ana Libertad. Alicia Licha Zubasnabar de la Cuadra, fallecida ayer en La Plata a los 92 años, fue la primera Abuela de la Plaza de Mayo que luchó contra la violenta ausencia de los suyos.

Ella y once más, en ese mismo año, fueron las primeras en asomarse a la sombría intemperie de la dictadura para empezar a proclamar el título y el honor de su búsqueda contra el terrorismo de Estado. Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, se llamaban, y posiblemente nadie entre los milicos reparó en el riesgo que podía comportar para su fuerza bruta una tan inofensiva denominación. Mujeres, abuelas y unas pocas, qué mayúscula insignificancia frente al poder sumo del matonismo represor.

Al principio se reunían en el piso de Licha, como si las suyas fueran unas convocatorias de señoras ociosas que hubiesen concebido aquellos encuentros para pasar un buen rato en solaz y compaña. De ahí partió, sin embargo, una iniciativa de tal trascendencia que logró finalmente demostrar el propósito sistemático de la dictadura de apropiarse de los hijos de cientos de ciudadanos argentinos secuestrados y torturados en aquellos infaustos años de persecución y muerte.

Hace poco fue noticia el hallazgo de la última nieta desaparecida en tan siniestras circunstancias. Hace el número 90 de las 400 criaturas que se calcula pasaron a depender de la tutela de los verdugos de sus padres. Ana Libertad es una de ellas. También no hace mucho, su abuela Alicia Zubasnabar asistió al juicio en que se condenaba al ex capellán de la Policía de Buenos Aires, Christian von Wernich, como partícipe en la aplicación de tormentos agravados a la madre y al padre de Ana Libertad.

Licha Zubasnabar, esa apacible viejecita ya nonagenaria que observan en la fotografía que ilustra este comentario, acaba de fallecer en La Plata sin lograr que su nieta Ana Libertad cierre los ojos que tanto la buscaron en vida. Gracias al temple de esa primera Abuela de Mayo hoy volvemos a comprender por qué sigue habiendo utopías que le pueden a la barbarie.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Utopía y barbarie son las dos palabras que mejor describen la historia de la humanidad.

Anónimo dijo...

En este caso la historia de hoy mismo en Argentina, puesto que víctimas como la abuela, llenas de utopía, están conviviendo con los verdugos a los que protege la impunidad.

Anónimo dijo...

Salud, abuela, salud.

Anónimo dijo...

Las abuelas -¿por qué no los abuelos?- tratan de recuperar a las víctimas del fascismo en Are
gentina y los nietos y nietas a los abuelos republicanos asesinados en España.

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