viernes, 9 de mayo de 2008

LAS MANOS DEL HAMBRE Y EL IMPERIO DE LA VERGÜENZA


Lazarillo
El relator especial de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler -cuyo libro El imperio de la vergüenza aconsejo leer-, ha sido así de terminante al referirse a la producción de biocombustibles: Quemar alimentos hoy para que sirvan a la movilidad de los países ricos es un crimen contra la humanidad. Por eso aconseja a la ONU que imponga la prohibición de producirlos durante al menos un lustro.

No es para menos. El propio secretario general de dicha organización, Ban Ki-moon, asegura que el fantasma de una hambruna generalizada puede llevar la malnutrición y el descontento social a una escala sin precedentes. Se trata de la peor crisis alimentaria de los últimos 45 años. Cien millones de personas más se añadirán a los millones de depauperados que respiran hambre en el planeta.

Cuenta Amy Goodman, en su última columna semanal (Las acciones bursátiles no son comestibles), que la asociación internacional GRAIN, sin afanes de lucro, acaba de publicar un informe llamado Making a killing from hunger (Ganar fortunas gracias al hambre), en el que se especifican los ingentes beneficios que genera esta creciente hambruna mundial. Hablamos de multinacionales de la alimentación con un aumento en sus ganancias que ronda el ochenta por ciento.

Según GRAIN la razón para que eso ocurra es que los alimentos han pasado de ser un sustento vital y se han convertido en una mercancía expuesta a la especulación y al juego de mercado. Para demostrarlo aporta un dato muy revelador acerca de la creciente suma de dinero especulativo cosechada al respecto. Se ha pasado de 5.000 a 175.000 millones de dólares en los últimos ocho años.

Presidente Bush está a favor de que con los alimentos se siga produciendo etanol. Dice que si los granjeros del país producen energía, responden a los intereses nacionales. Según él, es mucho mejor eso que tener que comprarla en otras partes del mundo que son inestables o en donde pueden no apreciarnos.

Las manos de la fotografía que ilustran estas líneas proceden de una de esas partes del mundo. Es más inestable que nunca porque Bush lo dispuso. Por eso es seguro que manos así no le aprecien. Pertenecen a una mujer iraquí del barrio bagdadí de Ciudad Sadar. Se aferran a un camión que reparte alimentos. Son las manos del hambre. En este caso fruto de la guerra que Bush montó para refrendar el nombre de su imperio. Lean a Ziegler: El imperio de la vergüenza.


RedDIARIO
El Pentágono quiere montar un parque temático al más puro estilo de Disneylandia en el corazón de Bagdad. (Público).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Leí el libro que recomiendas y me pareció indispensable. Pewro Bush no lo leyó y es el que manda.

Anónimo dijo...

A veces consigues con las tres columnas de tu blog un compendio de información/opinión de los más interesante. Enhorabuena.

Anónimo dijo...

Imperios sin ley, en eso consisten para llegar a ser.

Anónimo dijo...

Exceso de riqueza y exceso de penuria, por lo tanto...Habrá quien piensa que esto se arregla a base de caridad, pero la historia nos demuestra que muchos siglos de caridad aoenas son una disculpa para que descarguen su conciencia los poderosos.

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