domingo, 9 de marzo de 2008

LA NIÑA DE ISAÍAS (CARRASCO)


Lazarillo
Casi siempre, cuando por atender en exceso a la emisión de una noticia a través de los telediarios se escuchan una y otra vez unas parecidas fórmulas de expresión, la sensación del televidente no suele diferir del tedio ante la rutinaria y similar capacidad de perspectiva en el enfoque y la plasmación de los hechos. Ayer, sin embargo, tuve oportunidad de comprobar que hay palabras, en determinadas circunstancias, cuyo valor testimonial no decrece por más que se repitan en nuestra escucha. Al contrario, su reiteración las va colmando de un mayor y comnmovedor sentido. Si todo lo que dijo ayer Sandra Carrasco nos llegó tan adentro no fue sólo porque su profunda aflicción fuera un poco la nuestra, sino porque lo más trascendente de su breve alocución fue el coraje de la joven para calificar a los asesinos de su padre con las palabras más acordes con el sentimiento de quienes la escuchábamos. Ese sentimiento es libre fuera del ámbito del País Vasco, en el que la familia Carrasco reside, pero declararlo allí a voz en grito, cuando en la propia localidad muchas ventanas se cerraron en el silencio ante el homenaje a la víctima, es una proclamación tan valerosa de libertad que sólo quienes la anhelan la comprenden. Dice hoy Vicent que en la peste del miedo arraiga siempre el fascismo. Por eso, frente a quienes lo fomentan con el gatillo o lo pretenden instrumentalizar con las víctimas del gatillo, pidió ayer Sandra votos libres y que nadie manipule la muerte de su padre. Con muy sencillas palabras, la niña de Isaías nos dijo qué debe mover la cabeza de la democracia con la voz del corazón.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Votemos. Hablemos. Es la forma de que mueran los que matan.

Anónimo dijo...

Muy bueno. Necesitamos escuchar a gente como Sara y que alguien como Lazarillo lo comente tan bien.

Anónimo dijo...

Muy bonito pero hoy van a darse sorpresas...

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