miércoles, 6 de febrero de 2008

ADOLESCENTES SIN ANTONIO MACHADO


Félix Población
Yo tampoco llegué a don Antonio Machado gracias a mis profesores de bachillerato. Alguno, de afamada relevancia erudita luego, pasó sobre el poeta sevillano sin ser capaz de sugerirme el más mínimo interés por sus versos. Lo recuerdo porque muy poco después, y tras quedar prendido en el encanto de la poesía con las Rimas de Bécquer, fue mi amigo Antonio Torres Gil el que me puso en antecedentes sobre la obra del mayor (en poesía) de los Machado.

Gracias a la sugestiva y emotiva capacidad didáctica de Antonio para comunicarme las esencias de la obra machadiana, en lugar de conformarme con la lectura de prestado de un autor más en los pupitres de la vieja biblioteca del instituto, me decidí a comprar las Poesías de don Antonio, edición de Austral, porque mi amigo Torres Gil, que estudiaba ingeniería industrial y tenía tres o cuatro años más que yo, me había dicho que se trataba de un libro de cabecera.

Y ahí estuvo, en la cabecera de toda mi adolescencia y juventud, socorriéndome de razones, emociones y adiestramiento reflexivo mientras crecía en edad y sueños, amores e ideas, primeras inquietudes y decepciones, júbilos y pesares. A la obra de don Antonio Machado no le debo solamente mi incursión definitiva y entusiasta en la inefable capacidad de comunicación de la expresión poética. Más que eso, mi pronta admiración por sus poemas me llevó de inmediato a una no menor admiración por su trayectoria personal, la primacía de esos valores cívicos y éticos sustentados hasta el final de su existencia en el infausto exilio de Colliure y que de modo tan admirable expuso en su reconocido retrato:

Hay en mi venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno
.

No estaba a nuestra disposición entonces toda la obra del poeta. Faltaban aquellos poemas que más lo comprometieron precisamente con esa trayectoria final, escritos durante la Guerra Civil en defensa de la República y que ahora sí podemos leer en sus Obras Completas. Hoy en día, don Antonio Machado nos puede llegar de lleno, a plena luz de su vida y verso, algo que nos fue sustraído a los bachilleres del franquismo.

Sin embargo, don Constantino Chao Mata, un profesor de la localidad coruñesa de Betanzos, acaba de publicar en el diario El País una lacónica y rotunda carta que debería encender una vez más las señales de alarma acerca del deplorable estado de la enseñanza en nuestro país. Bajo el concluyente título Me rindo, el señor Chao Mata dice: Comprendí que debía jubilarme cuando mis alumnos de 4º de ESO me dijeron a las claras que ni entendían ni les gustaba la poesía de Antonio Machado.
Si se rinden hasta el abandono quienes por vocación, querencia, afición, gusto o admiración hacia la obra de un poeta tan significado por sus valores son, por lo tanto, los más capaces de transmitirla y comunicarla a las jóvenes generaciones, ¿en qué grado de inanición mental se encuentra la formación educativa en nuestros centros de enseñanza para que esas generaciones ni entiendan a don Antonio ni les guste?

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Antes teníamos la censura de la dictadura y ahora la inapetencia de la ignorancia.

Anónimo dijo...

Es una ignorancia rodeada de conocimientos que ignoran el espíritu.

Anónimo dijo...

Dicho con todos los respetos: ¿cómo se puede hablar de que no gusta si previamente se admite que no se entiende?
La pregunta sería: y ¿por qué no la entienden?
Quizá el trabajo de este y otros profesores, padres y madres, ciudadanos en general, sería buscar la respuesta y el remedio a esta situación.

Anónimo dijo...

Sin duda no les gusta porque no la entieden y porque quienes debería estar a cargo para incentivar esen entendimiento chocan con la realidad: la poesía parece estar de más en nuestro mundo.

Anónimo dijo...

Amigo Félix, presiento que te estás refiriendo al Sr. Caso González, aquel engolado profesor de literatura –creo particularmente que fue un buen enseñante- Seguramente en aquellos tiempos, él si disfrutaba de la poesía de don Antonio pero sus miras estaban en llegar a lo más alto de la Universidad –cosa que como bien sabes consiguió- y pudiera resultar contraproducente para sus intereses, dar demasiada importancia al poeta rojo.

Anónimo dijo...

Ideologías aparte, a mí personalmente me gusta escuchar a los poetas en boca de las personas públicas. También me gustaría que fuera más frecuente en la gente de a pie. Supongo que el hecho de no ser así está relacionado con la educación y la ausencia de la poesía en las aulas y en el vivir de cada día. La gente que conozco ha descubierto la poesía en la calle, boca a boca, como los besos o el aire vital en una situación desesperada.

Small Blue Thing dijo...

Los chicos tienen derecho a ser ignorantes: no es culpa suya. A mí me descubrieron a Machado Serrat y mi madre a partes iguales, y el colegio hizo el resto (aunque con algunos autores por poco no me los destrozan de por vida).

Si el profesor no consigue que le entiendan, como dice desiderata, tendrá que revisar sus estrategias, que para eso nos pagan.

Anónimo dijo...

Ese profesor ha renunciado a luchar contra la ignorancia que propicia una sociedad utilitarista. Vale más que se jubile si no sabe hacerle frente.

Anónimo dijo...

Pues yo expliqué Literatura como afines, y excepto una alumna que decidió estudiarla como carrera por mi culpa, eso fue lo que dijo, que le había interesado y gustado lo que le había contado, con los demás era como intentar explicársela a una silla. Se lo"chapaban" todo, lo escupían en el examen como podían y al pobre Machado, en concreto, no lo entendían ni a tiros.No digamos el Quijote, que me reía yo sola y ellos reían porque yo reía y si le preguntabas qué le había hecho gracia no lo sabían. Todo lo que se salga de una canción de Bisbal se les antoja difícil y raro.
Coincido con Constantino: mejor dimitir, lo malo es que no aceptan nuestra dimisión ´con esto de la crisis.No veo a las nuevas generaciones con más ánimos; cuando llegan y se quejan de sus alumnos encima tenemos que animarlos nosotros que ya estamos hartos de competir con Gran Hermano, ahí sí entienden los alumnos lo que yo no entiendo ni resisto más de cinco minutos: ¡qué mal hablan y qué bien saben ellos todas la estupideces que se traen entre manos!.

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