Melibea
Pues sí, respetable monseñor, esa COPE de la que usted habla, viene destilando animosidad, ironía mordaz y sectarismo, y esa COPE de la que su eminencia parece abominar ha venido sembrando durante estos tres pasados y largos años un caldo de cultivo sumamente tóxico para la convivencia ciudadana. La última lección magistral de ese tósigo nefasto la escuchamos en las calles de Madrid con motivo de los minutos de silencio con los que se honró la memoria de las dos últimas víctimas mortales de ETA. Para esa caterva enmalecida por el rencor y criada en la escucha de la emisora de la obispalía, monseñor, la condolencia por la sangre de quienes han sido asesinados por defender nuestra convivencia sólo es un motivo para avivar su resentimiento hacia el Gobierno. La histeria de sus gritos manchó el respeto debido a los muertos y ofendió al común de la sociedad española, tan alejada de la oscura y rancia dialéctica del enfrentamiento civil. Monseñor Iriarte, monseñor Carles, monseñor Planas, monseñor Blázquez, si sus palabras responden a la verdad que nos hace libres -según reza el lema de su emisora-, y los cuatro han reprendido el proceder de la cadena radiofónica de la que los señores obispos son responsables, ¿no sería posible que la palabra emitida a través de sus antenas dejara de ser sectaria, denigrante, suicida e intolerable, tal como han expresado sus eminencias? ¿Cómo pueden sus otros colegas silenciar, tolerar, asumir, mantener y hasta defender lo que sus eminencias tan elocuentemente han censurado? ¿Es ésa una imagen de coherencia en la respetable institución que sus eminencias representan?
1 comentario:
La incoherencia en la iglesia es su pecado capital.
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