Melibea
Tras una somera glosa de los últimos artículos publicados en el diario El País semanas atrás, relativos al laicismo o a la cuestión religiosa en España, el profesor emérito de la Universidad Complutense don Francisco Bustelo nos recuerda hoy en el artículo que firma en el citado periódico que España, a pesar de los avances logrados en los últimos treinta años, mantiene todavía algunas lagunas respecto a su modernización. Para el señor Bustelo es una de ellas que no pasemos de ser un país semilaico, o aconfesional según algunos, como si aconfesionalidad y laicismo no fueran una sola y misma cosa. En detrimento del laicismo, en opinión de don Francisco, ahí está el artículo 16 de nuestra Constitución que privilegia a la religión católica, de modo que la apostólica institución vaticana recibe en nuestro país un trato de favor consistente en una financiación pública permanente que incluso el vigente Gobierno socialista ha incrementado. Los últimos párrafos del artículo del señor Bustelo dicen lo que sigue y comparto, si bien me temo que el laicismo como objetivo de porvenir mediato se siga posponiendo:
Sorprende también que los obispos no se percaten de que el laicismo permite a la religión ser más auténtica. En lugar de intentar volver a los tiempos de antaño, podrían centrarse en contraponer valores religiosos como espiritualidad, sacrificio y solidaridad con el materialismo del mundo de hoy. Tal vez entonces habría más creyentes y los que hubiere serían mejores. Pretender, en cambio, incumplir decisiones de un Parlamento elegido por el pueblo soberano aduciendo una autoproclamada superioridad moral es un ataque a la raíz misma de la democracia y un pernicioso elemento de división de la sociedad. Hasta puede acabar con la paciencia de cualquier Gobierno, incluso del actual que, si ha pecado de algo en la cuestión religiosa, ha sido de timorato.
En suma, el laicismo puede y debe defenderse en bien de todos. Aunque no deja de ser una suposición en abierta contradicción con lo que dice Sotelo (para quien sólo una minoría en el PSOE y en la ciudadanía apoyaría el laicismo), cabe aventurar, basándose en lo que es hoy la sociedad española, que una mayoría estaría a favor de él, siempre que se hiciera sin estridencias ni precipitaciones. Habría que suprimir, todo lo paulatinamente que se quiera, las subvenciones estatales a la Iglesia, dejando, en cambio, que en la declaración fiscal de la renta se pudiese indicar en una casilla, como ya ocurre ahora, el deseo de hacer una aportación. Claro que esto requiere que tarde o temprano haya también casillas para otras religiones, ya que el laicismo exige que todas las que tienen presencia en un país reciban un trato parecido.
Con todo, el problema principal, el que conduce a la existencia de una cuestión religiosa en España, es el integrismo de algunos señores obispos, secundados por seglares tan bien intencionados como equivocados. ¿Por qué voces como las suyas no se oyen en otros países? Algo falla en España. Tal vez sea el semilaicismo en que nos desenvolvemos lo que da alas a quienes quieren un Estado semiconfesional. Habría, pues, que suscribir lo que pide Bonifacio de la Cuadra, esto es, que el PSOE deje claro, con miras a su probable nueva etapa de Gobierno, que el laicismo es uno de sus objetivos, cuyo logro, repitámoslo, redundaría en beneficio de todos. Incluida la Iglesia.
5 comentarios:
La independencia del Estado respecto de cualquier tipo de religión es una cosa y el relego de la religión Católica a las sacristías otra muy diferente. Bajo la palabra laicismo - en realidad es una doctrina, más que una palabra -, a menudo se oculta el deseo de convertir al católico en un siervo del Gobierno de una nación, cuando en realidad el cristianismo es un modo de vivir que exige ejemplo de amor y apostolado, porque "no se hizo la luz para ponerla bajo el celemín, sino sobre el candelero, a fin de que ilumine a todos los de la casa". Así pues, el relego de los católicos a las sacristías nada tiene que ver con el laicismo y esto es precisamente lo que pretende el actual Gobierno de España. Advierto que es vana tal pretensión y que si se persiste en ella - sobre todo a través de asignaturas como la de educación para la ciudadanía -, se logrará justamente el efecto contrario. El relativismo moral podrá ser un excelente arma política en este sentido, pero la Fe mueve montañas, la Caridad todo lo alcanza y la Esperanza ilumina la conciencia, aunque ésta camine por sendas oscuras.
Franco, Franco, Franco
Ya, bueno. Zapatero, Zapatero, Zapatero...que se te ve el plumero en el mundo entero.
La diferencia está entre matar españolas y ser elegido por una mayoría de españoles.
¿Y qué tiene que ver eso con el laicismo, vamos a ver?
Publicar un comentario