miércoles, 31 de octubre de 2007

El fusilamiento de Torrijos, el vídeo de Rajoy, los rezos por la Corona y la COPE


Félix Población

Doña Isabel Burdiel, catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia, expresa hoy en el diario El País su preocupación porque la católica iglesia vuelva a tener en cuenta -y así lo exponga- a la monarquía en sus oraciones. Hace para ello una obligada referencia al reinado de Isabel II, con quien se inició el doble juego y la doble moral que arrastró a todos los monarcas decimonónicos (y no tan decimonónicos) al conflicto partidista en el cual la posición de la Iglesia desempeñó un papel decisivo. Obstáculos tradicionales fue el calificativo con que don Salustiano de Olózoga denominó el impedimento para que el liberalismo pluralista se asentara en España. Específicamente, el entorno reaccionario y clerical que finalmente costaría el trono en 1868 a quien fue llamada reina de los tristes destinos. Doña Isabel Burdiel, como demócrata impía, se preocupa por esos rezos porque siempre que se hacen notar suenan, en la historia de nuestros reyes y en la nuestra, a sometimiento simbólico y a advertencia. Nos tememos que en la apropiación de la Monarquía todo vale: los rezos y Jiménez Losantos. Si Juan Carlos I no se implica, hay que implicarlo.

Dicho lo cual, y a expensas de que el curioso lector preste la atención debida al artículo reseñado, no me parece un error de protocolo la fotografía que ilustra hoy las portadas de los principales periódicos del país, como algún medio señala. Personalmente me resulta mucho más confortador y coherente con el tránsito democrático que compete hoy a la Corona que, con motivo de la inauguración del nuevo Museo del Prado, no haya sido una de las muchas pinturas alusivas a la Corte española la que sirviese como fondo a la foto oficial.

Don Antonio Gisbert, autor del cuadro elegido para esa instantánea, pintó El fusilamiento de Torrijos por encargo del gobierno liberal del señor Sagasta, bajo la regencia de doña María Cristina. Se trata de un alegato en defensa de la libertad, reflejo final de la sublevación protagonizada contra el absolutismo de Fernando VII por quien fuera ministro de la Guerra durante el trienio liberal. El hecho de que don Juan Carlos I sea descendendiente de aquel monarca felón no constituye una razón muy consistente para conceptuar como fallo de protocolo la plasmación de la fotografía.

Antes bien estimo lo contrario, que la foto me parece todo un acierto de puntual y atinada relevancia en las circunstancias actuales. Me baso para ello en el último párrafo del artículo de la señora Burdiel, donde se refiere a las filtraciones de aquella cena hace unas semans en Palacio en la que la señora Aguirre sugirió a don Juan Carlos I un trato humano para ese acosado locutor cuya libertad y expresividad podrían peligrar. Se filtra -dice doña Isabel- que el Rey se pregunta quién es, en realidad, el maltratado y se filtra que espera algo más que oraciones. Como penúltima vuelta de tuerca no está mal. Cualquier "reacomodo" mediático de dicho locutor será interpretado como una intervención del monarca, como un atentado contra la libertad de expresión por parte del garante de la libertad de todos. Chapeau, que diría Voltaire. A su pesar, la Corona ya es visible en la arena política de la España democrática del siglo XXI y a lo lejos se oye el ruido de los rezos habituales.

Pienso que la fotografía del Prado trata de hacer visible a la Corona en otra arena distinta a la que el vídeo regio de Rajoy, el Capo de la COPE con sus soflamas abdicatorias y los trisagios eclesiales pretenden, sin obstáculos tradicionales propios de la esperpéntica Corte de los Milagros.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Vamos a decir que la ilustre historiadora escribiente de El Pais se equivoca, por no decir otra cosa. Isabel II se hallaba en San Sebastián cuando tuvo noticia del resultado de la batalla de Alcolea. No se disgutó gran cosa, dicho sea de paso, y tomó el tren para irse a París, donde ocupó un lujoso palacio. Así que no se ve por parte alguna el papel de la Iglesia, de las oraciones de la Iglesia y de otros eventos insinuados por la escritora. El Papa Pío IX, además, le concedió la rosa de oro una distinción que premiaba la virtud y cuando alguien le hizo ver que la soberana era todo menos virtuosa, el Pontífice dijo "Es ligera, pero muy piadosa". Asi pues, la Iglesia nada tuvo que ver y sí tuvieron que ver los generales Prim y Serrano, entre otros. En cuanto a las razones que tuvieron para destronar a Isabel, sugiero que se lea el capítulo correspondiente de la Historia Universal editada por la Universidad de Cambridge (13 tomos).
Comprendo que para aquellos que no asisten a misa puede resultar extraño que en ella se rece por el Monarca. Recuerdo, no obstante, que también se reza por todos los cristianos, tanto vivos como difuntos e incluso por los que no lo son. En cuanto a la COPE, no es que yo vaya a defenderla pero no comprendo cómo cuando la libertad de expresión molesta a alguien ya no es tan libertad de expresión como la de quien halaga a alguien. O si no, que se lo pregunten al señor Gabilondo. ¡Ah¡ por mí, y por muchos seguramente como si el Rey quiere retratarse al lado del cuadro de la familia de Carlos IV, vaya.

Anónimo dijo...

No sólo tuvo decisiva influencia la iglesia en Isabel II, con el Padre Claret y la Monja de las Llagas como asesores reales, sino en toda la historia conflictiva del siglo XIX, donde las guerras civiles promovidas por el carlismo se hicieron bajo el lema de Dios, Patria y Rey (el suyo, claro). Si esos trece tomos sirven para sacar esas conclusiones que saca david, mejor es que los vuelva a leer él para enterarse. A la la libertad de expresión de la COPE, por cierto, la acaba de premiar hoy la justicia con una sentencia que anula la falacia y la injuria como métodos informativos en torno al 11-M.

Anónimo dijo...

Se ha quedado corto Ernest, porque la influencia de la iglesia en el guerracivilismo patrio llega hasta el glorioso movimiento nacional, léase cruzada según quienes beatifican sólo a sus mártires y no a todos los de esa barbarie.

Anónimo dijo...

Es casi seguro que si leo de nuevo la Historia citada hallaré en ella que Isabel II fue destronada por culpa de la de las llagas y por el P. Claret y no por las ambiciones personales de los generales Prim, Topete y Serrano. Los historiadores ingleses son muy serios y además en su gran mayoría no no son católicos. Las guerras carlistas, por otra parte, se debieron a que nuestro Rey Fernando VII se empeñó en que gobernara su hija Isabel a pesar de la Ley Sálica. Así que su hermano Carlos, que dicho sea de paso no debia ser muy inteligente, no aceptó la decisión de su legítimo soberano y se tiró al monte fundando un partido tradicionalista, que naturalmente, se dedicó a matar bajo la leyenda citada a los realistas isabelinos, que tambien tenian Dios, Patria y Reina. Ya saben ustedes: dos no riñen, si uno no quiere. En cualquier caso, no veo por parte alguna la responsabilidad de la Iglesia Católica en ambos hechos.
Por otro lado, empeñarse en que la sentencia da un palo a alguien carece de sentido y lo que digo lo demostraré en su momento Podría serlo, no obstante, de estar los hechos probados desde el principio, pero al necesitarse más de tres años para establecerlos y probarlos demuestra que no lo estaban. Y si no lo estaban, cada cual tiene derecho a expresar la opinión que le merezcan. Y si dicha opinión molesta ¡qué le vamos a hacer¡ A eso se le llama libertad de expresión, que aquí en cuanto algo molesta hay que quitarlo sin contemplaciones, cuando debería ser al contrario, puesto que del adversario también se aprende. Cuando el espejo mágico dijo a la madrastra de Blancanieves que ella no era la más hermosa, rompió el espejo. Se quedó, por lo tanto, sin él

Anónimo dijo...

Quedarse con las anécdotas y no rendirse a las razones es síntoma de quien se cree antes las historietas que el fondo de la Historia. Algo así como el ex terrorista ese que se llama Moa y bendice los asesinatos franquistas.

Anónimo dijo...

Cierto. Más mucho peor es creer que se tiene razón a ultranza y buscar luego cuanto sirva para justificar esa opinión y no para contradecirla. De otro modo, nuestra opinión puede ser válida para nosotros mismos, pero para los demás, no.

Anónimo dijo...

Felipe VI no reinará.

Anónimo dijo...

Soy un free-lance de television y un profesional mandarme contactos de expertos.

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