viernes, 5 de octubre de 2007

De la dignidad del periodista Llamas a las miserias del oficio

Félix Población

Ayer hacíamos referencia a la muerte de un excelente profesional, Carlos Llamas, que dignificó el oficio en unos tiempos desacostumbrados a esa prestancia, y hoy no podemos sustraernos a dar unas pinceladas acerca de las miserias que corrompen el periodismo. Las dos tienen relación con el nuevo diario Público, tierno alevín en el actual panorama de la prensa española, al que casi todos sus colegas a una no dejan de apalear al más mínimo rumor que corre por los mentideros en contra de sus promotores, gestores o redactores.

Reconocidos los celos de PRISA, empresa editora de El País, que no deja de insistir acerca de las relaciones de amistad que vinculan a los fundadores del nuevo diario con el señor Rodríguez Zapatero, con la llamada guerra del fútbol como apetecido y suculento botín entre Sogecable y Mediapro, otros medios de menor entidad no dejan de utilizar sus uñas con arañazos mucho más menudos pero no por ello menos significativos de su ruin proceder.

La primera pincelada de tal carácter la encuentro ayer en el Diario Crítico, donde se informa del notable descenso de tirada que ha experimento Público desde los primeros días, con un DVD de regalo y 250.000 ejemplares en los quioscos, a las actuales fechas, una semana después de su salida a la calle, con sólo 80.000 ejemplares a la venta. ¿A qué viene ese comportamiento tan depredador ante el recién abierto curso de vida de un periódico? ¿Por qué esa reincidencia entre profesionales en desprestigiar o devaluar algo que está en sus orígenes y requeriría al menos un tiempo de espera para ser juzgado?

No escribiría sobre esa actitud, que me resulta degradante entre colegas por la reiterada animosidad conque la vengo soportando respecto al nuevo periódico, si esta mañana no me hubiera encontrado otra perla más de la mezquindad a que conduce la asilvestrada competencia mercantil.

Dignifica mucho al curtido columnista Raúl del Pozo que su reconocida pluma haya saludado con generosidad y beneplácito el nacimiento de Público. Recordando sin duda lo que significó hace años El Independiente, periódico donde el avezado periodista dejó lo mejor de sí mismo, no faltaron en el diario El Mundo las animosas palabras de Raúl para el nuevo rotativo, propias por otra parte de quien como profesional debe celebrar el incremento de la pluralidad informativa. Entre tanto recelo y mezquindad, son una gratificante excepción que honra a quien las firma.

La sordidez y ratería queda en esta ocasión para los que pagan a Raúl del Pozo, los señores consejeros de Unidad Editorial, para quienes la honrosa profesionalidad del agudo columnista es inadmisible porque da cancha a la competencia, aunque sólo nos quite un lector.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Así se fabrica la opinión pública, tan sórdida.

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