jueves, 20 de septiembre de 2007

Sobre el exagerado aumento de accidentes de moto

Félix Población

A pesar del sensible descenso en el número de fallecidos en las carreteras con relación al año anterior (medio millar de personas), coincidente con el primer aniversario en la aplicación del carné de conducir por puntos, la mal llamada Dirección General de Tráfico (debería ser de Tránsito) no ha de sentirse satisfecha. En el balance final de víctimas mortales se ha registrado un 50 por ciento más entre los motoristas, hasta el punto de cifrarse en un 53 por ciento su contribución al total de la mortalidad en el asfalto.

Si una de las causas del aumento de la siniestralidad en el recinto urbano se debe sobre todo al incremento de vehículos de 125 centímetros cúbicos, para los que sólo es necesario el permiso de automóviles, la falta de experiencia en la conducción de motos de gran cilindrada podría haber originado buena parte de las muertes en carretera. Con lo primero se montó un negocio rápido en las ventas, sin reparar en los riesgos. En cuanto a lo segundo, también por negocio, se ha permitido hasta ahora con suma inconsciencia institucional que el poder adquisitivo avalara la impericia.

Pero no sólo por eso se matan nuestros moteros, obviamente. Durante años se ha venido insistiendo en el peligro que representa para ese tipo de conducción los cortantes guardarraíles, que tantas vidas vienen segando cada año y cuya sustitución no parece contar en los planes de la Administración como medida de urgencia, antes bien como un objetivo ralentizado y a tramos. Súmese a ello el empleo de pintura deslizante en la señalización del asfalto, que con el piso mojado origina al frenar peligrosos derrapes, sobre todo en los pasos peatonales de ciudad.

Puedo asegurar, como usuario de ese vehículo desde hace muchos años, que la mayoría de los automovilistas tienen de los moteros un concepto erróneo que los identifica como gente temeraria, capaz de las mayores osadías e imprudencias en virtud de la agilidad y velocidad de su montura. Quienes así piensan, aplican sobre una minoría de energúmenos lo que está muy lejos del comportamiento de la mayoría. Es más, estoy por asegurar, porque así lo conlleva su carrocería de carne y hueso, que se da entre los motociclistas en general un grado de apercibimiento y respeto a las normas de conducción muy superior al de los usuarios de coche.

Por esto último me ha parecido idónea la propuesta de una asociación de moteros de que los automovilistas adquieran la empatía precisa para ponerse en el papel del conductor de motocicleta, de modo que su actitud al volante sea preventiva ante todo tipo de riesgo al circular en presencia de un vehículo a dos ruedas. A tal fin sería necesaria la inclusión de contenidos didácticos al respecto como normas teóricas previas a la obtención del permiso de conducir.

En lugar de esa aconsejable prevención lo que se da en carretera en no pocas ocasiones es una demente y absurda competitividad entre vehículos potentes, motos y coches, con un desalmado encima al que habría que desalojar del asfalto. Son los menos, pero es mucha su chulesca estulticia y su riesgo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Súmese a todo lo anterior la actitud temeraria de la Administración al tolerar la construcción y venta de ciclomotores que circulan a 65 Kilómetros por hora manejados por adolescentes sin preparación.

Anónimo dijo...

Y el firme de algunas carreteras, que si para coches resulta pasable puede ser fatal para motos.

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