miércoles, 16 de mayo de 2007

La policía protegerá a los maestros en Nicaragua

Félix Población

Don Daniel Ortega, presidente de Nicaragua desde hace sólo unos meses, sabe por experiencia que la palabra merece la máxima protección. Su enseñanza es un arma cargada de futuro. Por eso en los años ochenta, durante el régimen sandinista, decenas de maestros alfabetizadores fueron asesinados por las llamadas fuerzas contrarrevolucionarias, amparadas como se sabe y reconoce por el poderoso vecino del norte. Sólo pretendían enseñar al que no sabe, pero ése es un grave delito para quienes se nutren de la ignorancia con objeto de explotar, dominar y anclar en un pasado de sombra y miseria a cuantos a través de la palabra quieren aprender el reconocimiento y la dignidad ser libres.

El próximo sábado se inicia en Nicaragua la segunda campaña nacional de alfabetización José Martí, que en un plazo de poco más de dos años tratará de declarar al país territorio libre de analfabetismo. No hay calificativo más idóneo que ése cuando antecede al conocimiento de la expresión escrita. Cabe aplicar al saber y significado emancipador de la palabra lo que nuestro olvidado poeta Gabriel Celaya aplicaba a la poesía:

Poesía para pobre, poesía necesaria,
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Debemos confiar en que esta vez, gracias a la protección de la Policía Nacional, nadie atente contra las brigadas de maestros que se desplazarán por todos los rincones del país para acabar con ese 30 por ciento de ciudadanos analfabetos a los que hay que liberar de su silencio. Es tan dinámico el ritmo de lucha contra esa vieja lacra, en el que sin duda habrá de influir la vieja sed de cultura de sus beneficiarios, que en los tres pasados meses han aprendido a leer y escribir algo más de cien mil nicaragüenses.

En Brasil, la mitad de la población mayor de sesenta años es analfabeta funcional según un reciente estudio difundido por la Fundación Perseu Abramo. A lo largo de su dilatada existencia, ese 50 por ciento de ciudadanos brasileños no ha pasado de superar apenas las letras de su nombre como único trazo escrito de su vida, asomada ya al último tramo sin poder articular con los ojos que la contemplan o las manos que la sostienen lo que Celaya dijo de la poesía y cabe adaptar a la palabra con todo su horizonte de comunicación y libertad:

Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo

como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Quién dijo aquello de que cuando oigo hablar de cultura echo mano a mi pistola? Pues lo que ha hecho Ortega es utilizar la pistolas para preservar la cultura.

Anónimo dijo...

¿Y dijo algo el Papa en Brasil de aquello de "enseñar al que no sabe" o sólo enseña que el Paraíso es no catar del árbol de la ciencia?

Anónimo dijo...

Anónimo, eso es ideología y el Papa ha dicho que la iglesia del Papa no es ideología. Oigan, yo tampoco encontré la foto de la hostia de Pinochet.

Anónimo dijo...

Esa foto no hay quien lo tope, que no.

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