martes, 8 de mayo de 2007

Irak: Apedrean a Julieta hasta la muerte

Félix Población

Me gustaría pensar que el asesinato de Julieta en Bashika, cerca de Mosul, obedece a los efectos del espanto acumulado por años de convivencia cotidiana con el terror.

Me gustaría creer que la siembra del odio que pudo haber arraigado en Irak desde que el país fue invadido y ocupado ha llegado a tales extremos de locura.

Que la chica morena vestida de rojo, cuyo color se confunde con el de su sangre, se desprende como una imagen trágica más de cualquiera de las masacres que respira a diario aquel viejo país exangüe del que huye la vida y quienes la persiguen en paz y convivencia.

Que las piedras de quienes cercan y mutilan a esa muchacha hasta la muerte, miembros al parecer de su propia familia, caen sobre su cuerpo movidas por un estado transitorio y atormentado de delirio.

Que quienes lapidan a Doaa Aswad Dekhil son presas de una fiebre maligna cebada en el fragor de los bombardeos, la furia de las matanzas y el acoso de las miserias que sufre toda una nación devastada y sumida en la indigencia

Pero no, las raíces son tan hondas que se abisman en el infierno.

Doaa se había enamorado, su amante era musulmán y la secta yazidí, a la que la joven pertenecía, se limitó a vengar esa afrenta según sus preceptos.

Leo que a los yazidís se les conoce como adoradores del Diablo y que su credo, una mezcla de las tres religiones del Libro, prohíbe lavarse a los varones y leer y escribir a las mujeres.

No así el uso del teléfono móvil para grabar las imágenes en las que Doaa sufre tan crudelísimo martirio según la más rancia y abominable de las tradiciones. Se conoce que pese a su incontestable modernidad, Internet es para la satánica secta un medio acorde para difundir sus criminales procedimientos.

En una de las imágenes, quizá la última, la adolescente de 17 años intenta levantarse, pero alguien la empuja y machaca su cabeza con un bloque de hormigón.

Es toda una repugnante paradoja que quienes entroncan bestiamente con el medioevo, no desistan del uso de la avanzada tecnología para revelar y magnificar su barbarie.

Para los adoradores de Satán, al que consideran el verdadero dominador del universo, también es pecado comer lechuga.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Que rabia, que impotencia que asco de mundo, mierda de sectas religiosas judeo-islamico-cristianas de mierda

¿cual va a ser la pena para los culpables?

Anónimo dijo...

¿La pena para los culpables?
¿Puede haber una pena equivalente a la culpa?

Anónimo dijo...

¿Sabríamos algo de esta secta si no hubiese ocurrido esto? ¿Qué otras pueden estar haciendo lo mismo sin publicidad?

Anónimo dijo...

Horror, horror, horror...

Anónimo dijo...

Su valiente denuncia es necesaria, pues de este modo la adormecida conciencia de muchos puede despertarse al leerle. El hecho es terrible, pero sus causas entran en el terreno de lo inexplicable, de lo injustificable, de lo absurdo y de lo tétrico. Que seres humanos dotados de la inefable capacidad de amar cometan estos actos es estremecedor, porque ellos poseen nuestra misma naturaleza. Ciertamente, en ellos ha sido corrompida y engañada. Así que quiénes han hecho eso son incluso mucho más culpables que los que levantaron piedras contra la Inocencia. El castigo, sea el que fuere, los alcanzará sin que quepa ninguna duda al respecto y ese castigo se lo darán aquellos de quiénes no lo esperan, para que de este modo ni siquiera tengan ocasión de arrepentirse por lo que han hecho.

Anónimo dijo...

Terrorismo puro y duro.

Anónimo dijo...

esto realmente tan desagradable.

me gustaria que los responsables tubieran un castigo similar para que sientan.

en fin tampoco es el punto.

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