viernes, 2 de marzo de 2007

Los pobres son idiotas según Vargas Llosa

Melibea

Hace un par de semanas se hacía lenguas el escritor hispano-peruano, en un artículo publicado en el diario El País que leí con cierta decepción por su precaria y tópica hechura expositiva, de la nueva versión ampliada y actualizada del Manual del perfecto idiota latinoamericano, un libro publicado hace diez años y que ahora se intitula El regreso del idiota. Escrito a trío, uno de los firmantes de la obra es el hijo del afamado novelista, don Álvaro Vargas-Llosa, para mayor gloria, difusión y rentas del apellido que los une. Don Mario sostenía en su artículo, entre otras consideraciones de mayor o menor enjundia crítica o invectiva, que el citado Manual provocó saludables polémicas y las inevitables diatribas en un continente ‘idiotizado’ por la prédica ideológica tercermundista, en todas sus aberrantes variaciones, desde el nacionalismo, el estatismo y el populismo hasta, como no, el odio a Estados Unidos y al ‘neoliberalismo’. Una década después, los tres autores vuelven ahora a sacar las espadas y a cargar contra los ejércitos de ‘idiotas’ que, quién lo duda, en estos últimos tiempos, de un confín a otro del continente latinoamericano, en vez de disminuir parecen reproducirse a la velocidad de los conejos y cucarachas, animales de fecundidad proverbial. El humor está siempre allí, así como la pugnacidad y la defensa a voz en cuello, sin el menor complejo de inferioridad, de esas ideas liberales que, en las circunstancias actuales, parecen particularmente impopulares en el continente de marras. Como réplica a esa parrafada sobradamente ilustrativa del ideario del novelista, no del talento que nadie le niega como ingenioso fabulador, el periodista argentino don Hugo Presman publicó unos días más tarde lo que sigue, no exento de indisimulable enojo, en un puntualizado artículo que pese a su extensión es de obligada y gustosa lectura: Vargas Llosa no se pregunta acerca del por qué de la impopularidad de las ideas que arrojaron a al desocupación, a la pobreza, a la indigencia y a la muerte a millones de latinoamericanos. Ciego, ni siquiera reconoce que son impopulares. Para él sólo son aparentemente. Y dice que su hijito y sus compinches no tienen complejo de inferioridad para exponerlas. En eso acierta. La cara de piedra de estos cipayos bien pagos es difícilmente superable, salvo por otros cuya calaña le permita una degradación mayor. Y su complejo de inferioridad lo padecen y lo exhiben con fruición hacia sus amos.

Bibliodiario

OTRO IDIOTA
Jesús llega a la Sinagoga y lee un pasaje bíblico: El espíritu del Señor está sobre mí; él me ha ungido para traer buenas noticias a los pobres, para predicar la liberación de los oprimidos, para traer la salud a los enfermos, la luz a los ciegos...
Capítulo IV, versículo 17, del Evangelio de san Lucas.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy más de acuerdo con lo que dice el argentino. Se puede describir la miseria muy bien; hablar de lo triste que resulta e incluso, de vez en cuando, hacer un gesto que demuestre nuerta bondad, comprensión, etc. etc. Lo difícil, empero, es buscar las causas y erradicarlas, aunque para ello haya de emplearse mano de hierro.

Anónimo dijo...

Me gustaría mucho que el escritor Vargas Llosa tuviera un mínimo de delicadeza al calificar de plaga de cucarachas las esperanzas de pan y justicia que reparten esos idiotas, pero se conoce que ya ni eso le queda en su obsesión contra la izquierda iberoamericana. Si carece de esa sensibilidad para con los suyos, explotados durante siglos, qué cabe esperar de las ideas en que se basa para ese desprecio.

Anónimo dijo...

Oportuna cita la del Evangelio para un intelectual de esa laya.

Anónimo dijo...

Un intelectual como Vargas Llosa, que vivió en un país con más de la mitad de la población en la pobreza, y que se sintió en su día llamado por el pensamiento de izquierda como consecuencia de esa visión de su país, ¿cómo puede ahora despreciar a quienes mantienen viva esa fe? Sólo se explica por algún tipo de trauma, frustración o afección muy personales, porque lo menos que podría hacer es respetar a quien no piensa como él, no despreciarlo ni compararlo con las cucarachas. Debe de ser muy desgraciado un hombre tan hacendado. Les agradecemos mucho su blog desde acá.

Anónimo dijo...

Es que ahora es rico y famoso, Doña Alisia. Un saludo muy cordial.

Anónimo dijo...

Penoso.

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