martes, 6 de marzo de 2007

Dunkel: elegía a un perro

Miguel de Unamuno

La quietud sujetó con recia mano
al pobre perro inquieto,
y para siempre
fiel se acostó en su madre
piadosa tierra.
Sus ojos mansos
no clavará en los míos
con la tristeza de faltarle el habla;
no lamerá mi mano
ni en mi regazo su cabeza fina
reposará.
Y ahora, ¿en qué sueñas?
¿dónde se fue tu espíritu sumiso?
¿no hay otro mundo
en que revivas tú, mi pobre bestia,
y encima de los cielos
te pasees brincando al lado mío?
¡El otro mundo!
¡Otro... otro y no éste!
Un mundo sin el perro,
sin las montañas blandas,
sin los serenos ríos
a que flanquean los serenos árboles,
sin pájaros ni flores,
sin perros, sin caballos,
sin bueyes que aran...
¡el otro mundo!
¡Mundo de los espíritus!
Pero allí ¿no tendremos
en torno de nuestra alma
las almas de las cosas de que vive,
el alma de los campos,
las almas de las rocas,
las almas de los árboles y ríos,
las de las bestias?
Allá, en el otro mundo,
tu alma, pobre perro,
¿no habrá de recostar en mi regazo
espiritual su espiritual cabeza?
La lengua de tu alma, pobre amigo,
¿no lamerá la mano de mi alma?
¡El otro mundo!
¡Otro... otro y no éste!
¡Oh, ya no volverás, mi pobre perro,
a sumergir los ojos
en los ojos que fueron tu mandato;
ve, la tierra te arranca
de quien fue tu ideal, tu dios, tu gloria!
Pero él, tu triste amo,
¿te tendrá en la otra vida?
¡El otro mundo!...
¡El otro mundo es el del puro espíritu!
¡Del espíritu puro!
¡Oh, terrible pureza,
inanidad, vacío!
¿No volveré a encontrarte, manso amigo?
¿Serás allí un recuerdo,
recuerdo puro?
Y este recuerdo
¿no correrá a mis ojos?
¿No saltará, blandiendo en alegría
enhiesto el rabo?
¿No lamerá la mano de mi espíritu?
¿No mirará a mis ojos?
Ese recuerdo,
¿no serás tú, tú mismo,
dueño de ti, viviendo vida eterna?
Tus sueños, ¿qué se hicieron?
¿Qué la piedad con que leal seguiste
de mi voz el mandato?
Yo fui tu religión, yo fui tu gloria;
a Dios en mí soñaste;
mis ojos fueron para ti ventana
del otro mundo.
¿Si supieras, mi perro,
qué triste está tu dios, porque te has muerto?
¡También tu dios se morirá algún día!
Moriste con tus ojos
en mis ojos clavados,
tal vez buscando en éstos el misterio
que te envolvía.
Y tus pupilas tristes
a espiar avezadas mis deseos,
preguntar parecían:
¿Adónde vamos, mi amo?
¿Adónde vamos?
El vivir con el hombre, pobre bestia,
te ha dado acaso un anhelar oscuro
que el lobo no conoce;
¡tal vez cuando acostabas la cabeza
en mi regazo
vagamente soñabas en ser hombre
después de muerto!
¡Ser hombre, pobre bestia!
Mira, mi pobre amigo,
mi fiel creyente;
al ver morir tus ojos que me miran,
al ver cristalizarse tu mirada,
antes fluida,
yo también te pregunto: ¿adónde vamos?
¡Ser hombre, pobre perro!
Mira, tu hermano,
ese otro pobre perro,
junto a la tumba de su dios, tendido,
aullando a los cielos,
¡llama a la muerte!
Tú has muerto en mansedumbre,
tú con dulzura,
entregándote a mí en la suprema
sumisión de la vida;
pero él, el que gime
junto a la tumba de su dios, de su amo,
ni morir sabe.

Tú al morir presentías vagamente
vivir en mi memoria,
no morirte del todo,
pero tu pobre hermano
se ve ya muerto en vida,
se ve perdido
y aúlla al cielo suplicando muerte.

Descansa en paz, mi pobre compañero,
descansa en paz; más triste
la suerte de tu dios que no la tuya.
Los dioses lloran,
los dioses lloran cuando muere el perro
que les lamió las manos,
que les miró a los ojos,
y al mirarles así les preguntaba:
¿adónde vamos?

Nota de Lazarillo: Este modesto Lazarillo no tiene hoy más voz que la del poeta vasco. La agonía de Dunkel le tiene en vela el sentir y torpe la palabra. Hasta ayer, su perro pastor olfateaba la primavera bajo la sombra nevada de los almendros. Le gustaba apostarse en la cima de la cumbres a ver pasar las fragancias del viento. Era dichosamente inmaduro y corredor de todos los indicios vivos del paisaje. No conocía más sosiego que el de la caricia ni mejor bocado que morder los manantiales roto de aliento bajo las mariposas del verano. Hoy le han dicho a Lazarillo que su perro se muere y toda su vida se le va derramando por los ojos con la imagen de su trote lobero sonando a corazón y a corazón, tan sólo a corazón, por el pecho de la memoria.

Breviario
ATISBO DE ESPERANZA (07-03-07)
Transcurridas treinta y seis horas desde que la nota de Lazarillo hacía presagiar lo peor, nos comunica nuestro estimado jefe que no todo está perdido y que hasta cabe la remota posibilidad de que Dunkel opte por prolongar la memoria de sus corazones. Dicho queda para información de sus lectores amigos, a quienes agradecemos su sentir.
DdA.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Siento mucho lo de su perro, Lazarillo, y le aseguro que es reconfortante buscar en en un blog críticas políticas, a veces tan necesarias como cansinas, y encontrarse con un poema de tanta humanidad como el de Unamuno y la nota que lo acompaña. Le felicito por su sentimiento.

Anónimo dijo...

Dichoso es el humano que sabe plasmar en renglones de poseía los sentimientos que le provocan ausencias no deseadas. Al hacerlo así, nos hace a los demás compartir sus suentimientos y comprender su pena, pues la poesía apela a cuanto más de noble tenemos en nuestra naturaleza. Por eso, y por muchas cosas más, me he sentido conmovido al leer su poesía, Lazarillo. De veras que lamento mucho lo de su perro, mas créame: los afectos, cuando son auténticos, no mueren jamás.

Anónimo dijo...

También su nota es poesía aunque no venga en verso. Yo también siento lo de su perro.

Anónimo dijo...

Mi condolencia más sincera como amigo de los perros. Y gracias por sus palabras nada torpes.

Anónimo dijo...

Cuánto lo sentimos por tí, por vosotros, por Dunkel, el precioso perro, vivaz e inquieto, que nos acogió entre saltos de alegría la pasada primavera...

Anónimo dijo...

Arriba, Dunkel, vámonos al río.

Anónimo dijo...

No me dejéis sin el desenlace, me interesa esa historia por Lazarillo, esa nota suya estaba hecha con mucha sensibilidad. ¿OK? Saludos mexicanos.

Anónimo dijo...

Queremos volver a verte, Dunkel, porque eres un pero muy amigo de los niños.

Anónimo dijo...

Me alegra mucho que exista Esperanza. ¡Ánimo, ya que no todo está perdido¡

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