viernes, 16 de febrero de 2007

Monseñor Romero y los meritísimos criminales

Melibea

Ocurrió en El Salvador, como podría haber ocurrido quizá en cualquiera de los países iberoamericanos que guardan en su memoria un historial de sangre, producto como es el caso de un periodo represor y una derecha muy apegada a esa metodología. El que nos compete lo marcó la presidencia de don José Napoleón Duarte, quien suspendió las garantías constitucionales y declaró el estado de sitio entre 1980 y 1992. Sólo a finales de 1981, el número de civiles fallecidos como consecuencia de la acción de las fuerzas armadas y los llamados escuadrones de la muerte se acercaba a 32.000, según la Comisión de Derechos Humanos, para ascender hasta 75.000 al final. Pues bien, gracias a su mayoría en la Asamblea Legislativa del país, ayer estuvo a punto de aprobarse, merced al concurso del partido del presidente don Antonio Saca, la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), el Partido Demócrata Cristiano (PDC) y el Partido Conciliación Nacional (PCN), un proyecto de ley por el que se declararía al ex mayor Roberto d’Aubuisson a título póstumo hijo meritísimo de El Salvador, título que también se le extendió al señor Napoleón Duarte. La insólita propuesta fue finalmente retirada de forma sorpresiva. Debería sorprender, ciertamente, que dos partidos, uno que se autoproclama cristiano y otro que recurre a las siglas de la conciliación nacional para nombrarse, consideren como servicios relevantes a la patria los de tan infausta recordación, culpables del asesinato de monseñor Oscar Arnulfo Romero en 1980, el mismo que dijo tres años antes: Los derechos del hombre le interesan a la Iglesia. La vida en peligro le interesa a la Madre Iglesia. Las madres que sufren están muy en el corazón de la Iglesia en este momento. Los que no pueden hablar, los que sufren, los que son torturados, callados, le interesan a la Iglesia. No es hacer política. Simplemente la política está tocando el altar, está tocando la moral, y la Iglesia tiene el derecho de hablar su palabra de orientación moral”.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es obvio que a la Iglesia Católica, como potencia política que es, los derechos humanos la traen sin cuidado. De no ser así, condenaría el neocapitalismo con la misma nergía que condena el marxismo. No obstante, un hombre de Cristo estará siempre al lado de aquellos que sufren la injusticia. En lo que a mí respecta, prefiero ser hombre de Cristo a "fiel" de la Católica Iglesia Romana.

Anónimo dijo...

Los hombres de Cristo sí, la iglesia de Roma no.

Anónimo dijo...

Cuando Cristo tiene sacerdotes dignos de Dios y su pueblo, quieren descalificarlos, porque cuando son indignos no hay nada que calificar!!. Monseñor defendio la vida y la fe, y todo derecho a la vida y a esa fe´por la que estuvo dispuesto y tuvo que ofrendar su vida, por eso los facistas y los marxistas lo odian, por esa fe en Dios y la vida que uno y otros desprecian, odian y temen, por inclaudicable

Anónimo dijo...

Sólo los fascistas, señor, que fueron los que lo mataron no más, y le podría hasta aseguraron que monseñor sólo tuvo a los marxistas como defensores. Si usted dice esas cosas en serio, es que desconoce la realidad de la iglesia en Centroamérica o porque habla del marxismo como tópico antes que como realidad. Le aconsejo se informe en fuentes ubicadas en El Salvador.

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