miércoles, 28 de febrero de 2007

El teólogo Díez-Alegría recuerda al Papa Luciani

Celestina Tenerías

Leo esta noticia: La diócesis católica de San Diego, en California (Estados Unidos) se ha declarado hoy en bancarrota, después de fracasar en las negociaciones para resolver más de un centenar de demandas por abusos sexuales presentadas contra sus clérigos. Se trata de la diócesis más grande de EE UU. Y luego esta otra no menos preocupante:El espionaje comunista polaco tuvo un infiltrado en la mismísima casa del Papa en el Vaticano desde poco antes de la elección de Juan Pablo II, según revela el libro «Los sacerdotes ante el SB», que hoy sale a la venta en Polonia. Y a continuación el artículo que ayer publicaba mi admirado don José Mª Díez-Alegría, el nonagenario teólogo que se autodefine como hombre religioso de fe jesuánica (seguidor muy imperfecto de Jesús de Nazareth según sus propias palabras), relativo al nada reconfortante Mundo que estamos haciendo. En el texto recuerda el breve papado de Juan Pablo I, fallecido repentinamente a los 33 días de su nombramiento como pontífice, precisa y exactamente 33 como los años de vida de Cristo: Sería bueno no olvidar al Papa Juan Pablo I (Alberto Luciani), que lo fue sólo durante 33 días, desde el 26 de agosto hasta el 29 de septiembre de 1978. El recién nombrado Papa, que había sido obispo de Vittorio Veneto, al norte de la provincia de Treviso, y después patriarca de Venecia, era un cristiano profundamente humilde y evangélico, hijo de un albañil socialista, que había sido emigrante en Alemania. Alberto Luciani trabajó estudiando a fondo la figura teológica de Antonio Rosmini, que con su libro "De las cinco llagas de la Santa Iglesia" (1848) intentó que el cristianismo retornase a la pureza de los orígenes. Pero aquella obra fue incluida en el Índice de libros prohibidos al año siguiente. Luciani, el recién nombrado Papa, estaba convencido de que la iglesia tenía que renunciar de una manera drástica a un sistema que, para funcionar, exige una base económica tan grande, que le liga fuertemente a los problemas estructurales del capitalismo. El Papa Luciani quería hacer mucho más efectiva la colegialidad episcopal, más descentralizado el gobierno pastoral de la Iglesia, más pobre el tenor de vida y el aparato burocrático del obispo de Roma. Pero se sintió tan solo e impotente dentro del Vaticano, tan abrumado de papeles curiales atrasados (que le traía continuamente el cardenal Villot), que se agravaron algunos problemas circulatorios que tenía y murió de repente, (probablemente de una embolia pulmonar), sentado en la cama, con unos papeles (que estaba leyendo) en las manos, hacia las dos de la mañana del 29 de septiembre de 1978. (Véase Giancarlo Zizola, "La otra cara de Wojtyla", Valencia 2005, pp. 91-110).

Nota: Puesto a seleccionar en Google una foto de Juan Pablo I para ilustrar esta referencia, el poderoso buscador me corrige: quiso decir foto de Juan Pablo II, como si el Papa Luciani se hubiera esfumado de los archivos de la Historia o sólo viviera en la memoria y en la conciencia de mi dilecto teólogo asturiano.

4 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Nota de defunción.

Anónimo dijo...

¿Se sabrá algún día la verdad del Papa brev?

Anónimo dijo...

Si se acepta que Cristo fundó a la Iglesia - cosa que yo personalmente dudo -, se tiene que aceptar que no la fundó como una institución democrática, porque la llave del reino se la ofreció a Pedro y le llamó asi porque sobre aquella piedra construiría su Iglesia. Me parecen, pues, meras y respetables suposiciones las que se hacen acerca de qué hubiera hecho Juan Pablo I pero conciliar eso de ser heredero de Pedro con principios democráticos resulta la mar de difícil. Cosa diferente es sostener la hipótesis de que cristo no fundó ninguna Iglesia, hipótesis con la que yo estoy de acuerdo y tengo poderosas razones para ello

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