viernes, 2 de febrero de 2007

Crispación a medianoche, tampoco

Félix Población

Un servidor sigue siendo sensible a los males de la patria, qué se le va a hacer, o del país, si prefieren ustedes esta acepción menos aureolada del afincamiento geográfico y vital donde se ha convivido con unas raíces, una cultura y una historia. Por eso, por amor al idioma que hablo, a la cultura que profeso y a la historia que reconozco, deploro a rabiar cuanto pueda constituir un retorno a lo peor de nosotros mismos, los españoles, que es el enfrentamiento.

Tengo ubicado el foco de donde procede ese mal y desisto de comprobarlo cada vez que alguno de sus protagonistas goza con la venia de explayarlo por los medios públicos. La otra noche fue don Federico del Tremedal, subido a los altares de la amable, inocua y distendida francachela por la impericia o la prevención inquisitivas de don Jesús Quintero, y ayer fue el programa de debate 59 Segundos, también en La Primera de TVE.

Hablo de ambos espacios televisivos por referencia, sólo de oído, y con ser profesionalmente decepcionante que en el primero se mostrase antes la faz angélica que la verídica del protagonista entrevistado, casi prefiero esa imagen contenida y amable de la Estrella de La Mañana en la Cadena COPE, que la ofrecida ayer por su jefe de informativos en el segundo programa, entera y verdaderamente despendolada, en consonancia con el proceder habitual de la emisora de la obispalía.

Quienes tengan a bien leer lo que quizá ya hayan escuchado, háganlo para mayor y enésimo abundamiento documental del griterío infame que se despacha desde el medio por antonomasia de la católica iglesia. A tal actitud, quienes estaban ayer en la tertulia del otro lado no fueron menos expeditivos en sus réplicas, de modo que casi todas las intervenciones de los periodistas contratados contribuyeron al vivo realce visceral del programa, glosado hoy por los medios electrónicos, ansiosos de competir en el tráfago de titulares descomedidos.

Créanme, lo que más deploro de un espacio de esas características es que, además de ser nocivo para mi salud y sosiego nocturno, yo les pago a esos señores para que contribuyan al mal de España: hacer de las palabras un cauce de enfrentamiento antes que de diálogo.

Alguno dirá que conviene combatir con el mismo rasero a quienes llevan configurando mediáticamente la política de bronca y catástrofe de la airada oposición. Yo me permito dudarlo. A este país, por fortuna, cada vez le va creciendo más una franja de ciudadanía atenida a razón y convivencia antes que a ofensa y rencilla. Es, además, la que gana las elecciones y a la que un tal Ussía califica de cobarde, precisamente desde la Cadena COPE.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hace treinta años pensábamos que esas peleas eran agua pasada, pero está visto que nos gusta caer en la misma piedra.

Anónimo dijo...

Aquellas peleas eran sobre todo fruto de la historia y éstas lo son más de los medios de comunicación. Esty seguro que a la COPE le interesa más el negico comercial de Federico que el ideológico. A él mismo, seguro que sí.

Anónimo dijo...

Aún me acuerdo de cierto medio de comunicación que aseguró que se había disfrazado de víctima un señor discapacitado que en uso de su derecho acudió a cierta manifestación. No quiero imaginar lo que se hubiera dicho de haber sido la COPE el medio de comunicación en cuestión

Anónimo dijo...

Ese medio pidió disculpas por su error, algo que está muy lejos de hacer la COPE cada vez que insulta, menosprecia o injuria a personas e instituciones del estado.

Anónimo dijo...

Vamos a poner un ejemplo: Imaginemos que la COPE llama al Sr Presidente del Gobierno "ignorante", o que dice que no es muy inteligente, o que descalifica a un portavoz del Gobierno por decir alguna memez. ¿Es esto insulto u opinión? Ser ignorante, no ser muy inteligente o decir alguna memez de vez en cuando no es ningún insulto, sino una opinión más o menos fundada. Otra cosa son las palabras que acompañen al comentario, que pueden gustar o no.

Publicar un comentario