martes, 2 de enero de 2007

Que sí, que el proceso de paz con ETA está roto


Félix Población

Puede que el señor Rodríguez Zapatero no esté pasando por sus momentos más inspirados. No debió mostrar ningún optimismo respecto al proceso de paz en las vísperas del bombazo, tal como hizo con un exceso de ingenuidad al aseverar que en un año las cosas estarían mejor, y debió ser más rotundo en su comparecencia tras el atentado de Barajas. Que conste, con todo, que yo siempre entendí que ETA no sólo había reventado las posibilidades de diálogo con el Gobierno, sino que el proceso de paz estaba roto, aunque ZP dijera que suspendido. Quizá interpreté las palabras del señor Presidente del Gobierno con más rigor y fondo político que el expresado por los meros conceptos. Algo similar le ocurrió a don José Luis cuando calificó como accidentes las fechorías de ETA y la prensa antigubernamental se le tiró a la yugular creyendo que esa descripción inusual escondía una oscura concesión en la negociación con las etarras. Se han dicho tantas barbaridades desde la airada oposición y sus medios afines contra el señor Presidente del Gobierno en estos pasados meses, como si España estuviera casi a merced de esa panda de asesinos, que incluso con la terrible conmoción del atentado hay plumillas y bocazas que siguen y seguirán engolfados en ese supuesto pacto contra el Estado y la integridad patria auspiciado por quien ha sido elegido democráticamente para presidir el Gobierno de la nación. ZP debió ser más enérgico, en efecto, y adelantar a la ciudadanía lo que el señor ministro del Interior ha confirmado esta tarde: no hay proceso de paz, ETA lo ha liquidado, lo ha roto. Y ya que ha sido así por culpa de los terroristas, sobre todo, y en parte por el exceso de confianza del Ejecutivo y la falta de solidaridad de la oposición, incapaz de superar su partidismo en un conflicto de Estado, toca ahora asociarse sin fisuras en el empeño contra la gran lacra y eliminar miserables actitudes sectarias. Recordaba el pasado domingo en El País Semanal el señor Madina, mutilado por ETA y diputado del Partido Socialista, que nadie del PP se interesó por su estado de salud tras el atentado. Tampoco nadie de la AVT a la que tanto parecen dolerle sus víctimas. La fuerza del terror crece frente a quienes no son capaces de unirse ante su barbarie. ETA nos lo acaba de demostrar y la lección puede ser dura si seguimos dando al mundo una visión deplorable de falta de colaboración unitaria y brotes tan elocuentes de celo partidista como los de una Asociación de Víctimas (AVT) que en lugar de exhibir pancartas contra ETA, las luce sólo contra el Gobierno como el pasado domingo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El caso de Madina explica sobradamente qué lejos estuvo el PP de un papel leal haciendo oposición.

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