sábado, 30 de diciembre de 2006

Saddam mártir o Saddam olvido

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Melibea

A las tres horas de hoy, víspera de la fiesta religiosa de Eid al-Adha, una de las más importantes del calendario musulmán, ha sido ejecutado en la horca el ex presidente Saddam Hussein, acusado de crímenes contra la Humanidad. De entre las varias crónicas leídas esta mañana me ha parecido excelente la versión informativa que hace de la noticia el cualificado editor de Internacional de la BBC británica, John Simpson:

La extraordinaria, turbulenta y muy controvertida vida de Saddam Hussein terminó al tiempo que el llamado a rezar se escuchaba en Bagdad. Un pequeño grupo de iraquíes, incluyendo a un representante del primer ministro y un clérigo musulmán sunita, fueron llevados a un antiguo complejo de inteligencia militar iraquí que está ahora en manos de las tropas de Estados Unidos pero fuera de la Zona Verde. Ninguna persona que no fuera iraquí estaba presente, aunque guardias de seguridad de EE.UU. esperaban afuera del edificio mientras se llevaba a cabo la ejecución.
Hussein llegó con una copia del Corán en sus manos y le leyeron la sentencia. Permaneció en silencio pero le entregó el Corán a una de las personas que estaban ahí y pidió que se la dieran a un amigo que nombró. Luego le pusieron la soga en el cuello. Él repitió la declaración musulmana de fe. Cuando el verdugo se acercó a ponerle la capucha en la cabeza, Hussein demostró que prefería morir sin ella. Fue su último desafío. Abrieron la trampilla y fue ahorcado. Todo sucedió en cuestión de minutos. Como algunos temían que la gente no creyera que Hussein realmente estaba muerto, la ejecución fue filmada. Se espera que el video sea divulgado pronto como la prueba última, aunque al parecer finalizará poco antes de que el ex presidente muera.


Como es sabido, las imágenes religiosas están prohibidas en la religión musulmana, pero quizá esas últimas imágenes de Saddam Hussein propicien entre los suyos la leyenda de mártir que el propio Saddam predijo de sí mismo. Acreditar con ellas su muerte puede dar vida a su memoria entre la comunidad sunnita. De la intensidad de su recuerdo o de la distancia que cobre su olvido dependerá en buena medida el porvenir inmediato que le aguarda a un país abocado hoy en día a un riesgo inminente de guerra civil. No tardaremos en saberlo.

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