domingo, 10 de diciembre de 2006
¿Qué funeral le aguarda a un dictador en una democracia?
Celestina Tenerías
En la calma vespertina del domingo, y en mitad del tráfago futbolero de la programación radial, la noticia ha sorprendido a casi todos: el general Augusto Pinochet, tras una aparente recuperación en su estado de salud que dio pábulo a todo tipo de suspicacias, ha fallecido en el Hospital Militar de Santiago a los 91 años de edad. Lo lloran en el exterior del centro sanitario, según el escueto parte informativo de la noticia, decenas de simpatizantes. Se supone que la constatación de tan parvo y explícito dolor pretende denotar una significativa indiferencia o alejamiento de sus fieles ante el deceso. La percepción de tal detalle podría ser engañosa y quizá al actual gobierno chileno le siga inquietando la celebración de los funerales que puede merecer un dictador bajo un régimen democrático, sin caer en una flagrante y contradictoria paradoja. El diario La Tercera expone qué expectativas se abren ante el capítulo de las exequias previsibles en los próximos días.
Aprovecho la ocasión para rescatar en esta señaladísima circunstancia las palabras finales del discurso de don Salvador Allende el 11-S de 1973, según hace en su editorial de hoy mi estimado colega de PiensaChile: No se detienen los procesos sociales ni con el crimen, ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Pinochet ha muerto. Le llegó antes la muerte que la justicia. Allende sigue con la voz de pie por las grandes alamedas.
RedDiario
HONORES MILITARES
Con motivo del deceso del General (r) Augusto Pinochet Ugarte, registrado a las 14:16 horas de hoy, el Gobierno comunica que conforme a la institucionalidad vigente, se ha determinado que el fallecido general reciba en sus exequias los honores que corresponden a un ex Comandante en Jefe del Ejército, según lo establecido en el Reglamento del Servicio de Guarnición del Ejército.
Comunicado de la Presidencia de la República.
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