lunes, 13 de noviembre de 2006
Rabin, Arafat: el fruto de dos asesinatos
Félix Población
Hace once años un judío de extrema derecha mató al primer ministro israelí Isaac Rabin. Se dijo que tras el asesinato se escondía una conspiración de grupos fanáticos anti-palestinos que alcanzaba a miembros de las unidades militares de élite.
Hace dos años murió en un hospital de París Yasser Arafat, sin que las causas reales de su fallecimiento fueran absoluta y convincentemente aclaradas. El embajador palestino en Venezuela y Colombia acaba de afirmar en Telesur con toda rotundidad que el fundador de Al Fatah fue envenenado por los servicios secretos israelíes.
Ambos líderes promovieron a lo largo de su activa trayectoria política sucesivos intentos de diálogo para acabar con el largo y sangriento conflicto en Oriente Medio. Los dos han sido recordados y homenajeados recientemente en sus respectivos países de modo entusiasta y multitudinario.
En Tel Aviv, el escritor israelí David Grossman gritó a más cien mil conciudadanos, como recordábamos en DdA hace unos días y hoy se recoge en el diario el El País en un amplio extracto de su discurso, que Rabin decidió dar el paso de la negociación porque comprendió, con gran tino, que la sociedad israelí no podría mantenerse durante mucho tiempo en una situación de conflicto sin solución. Entendió, antes que muchos otros, que vivir en un clima constante de violencia, ocupación, terrorismo, miedo y desesperanza implicaba pagar un precio que Israel no podía pagar.
Quienes están interesados en que esa vía no prospere, y en ese sentido se puede considerar la reciente y trigésimo primera negativa de Estados Unidos en la ONU a condenar las matanzas del ejército israelí, están muy lejos de representar a la sociedad judía de buena voluntad que está harta de vivir en un permanente clima de guerra.
Con toda seguridad, la masiva asistencia de israelíes y palestinos a los respectivos homenajes celebrados en honor a Isaac Rabín y Yasser Arafat constituye una desesperada llamada de atención al mundo ante un previsible enconamiento de la violencia tras las recientes y repetidas masacres en Gaza.
Los concurrentes echan de menos a quienes, por encima de diferencias, recelos y frustraciones, pretendieron reiteradamente dar vida y porvenir a la paz y la palabra. Desde que ambos fueron eliminados, en lugar de esa humanitaria y civilizada meta de reconciliación y respeto mutuo no ha dejado de crecer la semilla del odio. Los asesinos de Rabin y Arafat están venciendo, como ellos preveían, porque no deja de repetirse su modelo de acción.
Breviario
MUJERES Y NIÑOS
En su reconocida y prestigiosa obra A la sombra del granado, el escritor y periodista Tarik Alí recuerda las palabras del conquistador español Hernán Cortés después de arrasar una localidad enemiga: Si matamos sólo a los hombres, las mujeres y los niños cobrarán un odio ciego. El odio de los supervivientes es un veneno capaz de destruirnos.
FP, DdA.
RedDiario
Artículo
"ERROR TÉCNICO" EN BEIT HANOUN
A veces, cuando una persona se da cuenta de que ha llevado a cabo una obra maestra, sufre un acceso de inhibición y pudor, se siente abrumada y dice: 'fue casualidad'. Con todo respeto, señor Olmert, no sea usted tan modesto; deje de morder el rebozo, como se dice por acá, y cese de atribuirle a un 'error técnico' lo que es un gran mérito propio. En semanas recientes los soldados israelíes han dado muerte a 50 personas en Beit Hanoun y sus alrededores; el 5 de noviembre un misil israelí (¿un Picket?, ¿un Spike maravilloso?) alcanzó a dos adolescentes que iban a la escuela, y unos días antes de la hazaña aquí referida la aviación de Tel Aviv bombardeó una casa donde había 12 niños. Vamos, señor Olmert: el verdadero error técnico es que ésos se hayan salvado. ¿O fue un milagro?
Pedro Miguel, La Jornada.
5 comentarios:
Eso son pruebas, lo dice un embajador palestino, Arafat fue envenenado, toma ya, que objetividad, que rigor, asombroso.
Si hay pruebas que las enseñen, pues la autopsia fue hecha en Francia, que muestren los resultados finales de la autopsia y que despues digan de que murio. Tambien se puede decir que fue SIDA transmitido en uno de sus encuentros con dulces efebos, por la disminución de plaquetas y defensas.
Quien a hierro mata, a hierro muere, y de ahí no salen porque el negocio es mucho.
Calumnias para ocultar los crímenes son calumnias sobre crímenes.
La sórdida teoría del SIDA sólo cabe en quienes así se comportan en su país con los homosexuales, según hemos podido apreciar sin censuras en las recientes manifestaciones en Israel.
El diálogo sólo es posible desde la moderación y entre palestinos e israelíes cada vez es más difícil encontrar sentido común porque los fanáticos están al mando. Si para colmo la Unión Europea no se atreve a condenar las masacres, ¿quién va a posibilitar un clima de entendimiento?
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