viernes, 7 de julio de 2006

Tres obispos distintos en una sola Iglesia verdadera

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Félix Población

Lo decía ayer mi apreciado Lazarillo y así ha sido. La emisora de los respetables monseñores, gobernada por el sector más reaccionario de la Iglesia, respondió ayer al presidente de la Conferencia Episcopal, de la que depende, de modo asaz perentorio y nada sutil en el programa de su Estrella de La Mañana, el taimado don Federico.

Para ello puso éste ante los micrófonos al mismísimo Primado de España, cardenal Cañizares, que después de felicitar al locutor turolense por su defensa de la libertad, ¡santo cielo!, pasó a condenar toda negociación con ETA, alegando que la única posibilidad digna es que la banda se disuelva como un dulce azucarillo.

Pero como el diablo siempre está al tanto y parece jugar ahora más que nunca con la santa institución, afectado sin duda por las jornadas de intenso fragor mediático que nos aguardan ante la visita del sumo pontífice este fin de semana, quiso el azar que las declaraciones radiofónicas del arzobispo de Toledo coincidieran con las del obispo emérito de San Sebastián en Oñati, durante la celebración de un curso de verano al que asistían varios sacerdotes norirlandeses, precisamente.

Dijo monseñor Setién, a quien sus frugales cenas a base de melosa manzana asada y un vasito de leche mantienen en longeva prestancia física y mental, que el proceso de paz en Euskadi difícilmente avanzará si no se produce una flexibilidad en los planteamientos doctrinales del Gobierno y ETA. Sólo así será posible que las exigencias más radicales cedan a favor de un acuerdo que habrá que construir.

A la vista de las declaraciones de unos y otros monseñores habrá quien sostenga que tal grado de divergencias es indicativo de la democracia interna que guía a la institución apostólica y romana, pero teniendo en cuenta lo que se juega ésta con el actual gobierno en materia de finanzas, más bien se presume que las divergencias obedecen a la doble estrategia tan cara a la doctrina vaticana en cuestión de negociaciones.

Por un lado se mantiene una actitud comprensiva y abierta hacia el vigente gobierno -la de monseñor Blázquez, cabeza de la Conferencia Episcopal con ese fin-, pero por otro se trata de coaccionar e intimidar al ejecutivo con un integrismo doctrinal y mediático, tan abusivo como incoherente con la doctrina evangélica, por si la pasta estatal de la iglesia sufriera merma o menoscabo próximos.

Y a todo esto, el Papa en Valencia, a solas con ZP, el diablo de don Federico.

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AR: Sobre las relaciones entre el Estado y la Iglesia y la financiación de ésta escribe Gaspar Llamazares en Diario Crítico: Por una ética civil.

NR: El Vaticano teme que la legislación de ZP en España pueda arraigar en América Latina.

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