lunes, 24 de julio de 2006

No a la demagogia con las víctimas de ETA, señor Aznar

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Celestina Tenerías

En una coyuntura de tan alentadoras expectativas como la que vive España para acabar con el terrorismo de ETA, el señor Rodríguez Ibarra le recuerda al ex Presidente del Gobierno don José María Aznar, así como al partido que preside en calidad y dignidad de cargo honorífico, que aplique sobre las víctimas de la violencia etarra los mismos postulados que él recomendó en similares circunstancias a la oposición socialista en la persona del propio presidente de la Junta de Extremadura. El texto con el que don Juan Carlos termina su artículo de hoy en el diario El País es lo suficientemente explícito y contundente como para que don José María, a quien hemos captado en una de las manifestaciones promovidas por la Asociación de Víctimas del Terrorismo bajo el estímulo y la connivencia del PP, se aperciba de sus digos y diegos con la vergüenza que le quede:

El Sr. Aznar no está legitimado para decir y hacer lo que está haciendo en estos momentos. Y no lo está porque le recuerdo que cuando gobernaba nos instruía a los que íbamos a visitarle, por la razón de nuestro cargo público, sobre la confianza que teníamos que tener en él en el asunto de la tregua. Por varias veces nos aleccionó sobre la importancia que tenía para él el hecho de que los socialistas que teníamos una idea de España más coincidente con la que él tenía pudiéramos defender sus postulados antiterroristas. "Mira, presidente, me dijo en alguna ocasión, es muy importante que tú, y socialistas como tú, defendáis mis posiciones en estos difíciles momentos donde lo fácil para la oposición es hacer demagogia con las víctimas". Y así lo hicimos, Sr. Aznar. Le ruego que en estos momentos tan decisivos para España haga usted el favor de comportarse como algunos nos comportamos con usted. Si no lo hace, no le quepa la menor duda de que sabré que me engañó de la forma más vil y con la pelea más dramática. Para mí carecerá de importancia su engaño porque mil veces que ocurriera, mil veces que me dejaría engañar en ese asunto. Pero ¿y usted?

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