La peor oposición posible es la mejor contra el PP

Lazarillo

Uno pensaba, con la ingenuidad que le caracteriza ante el tráfago de ambiciones y malquerencias que mueven los intestinos de la política, que lo del Partido Popular, en el inicio de la presente legislatura, obedecía a los inevitables resquemores de una dura aunque trabajada derrota en las urnas. Pero está visto que no, porque en el transcurso de estos dos largos años, el PP sólo ha logrado perfeccionar su cerril embestidura contra el Gobierno a base de cebarse en los postulados caducos del aznarato genovés, presidido en la sombra tutelar por don José María el de las Azores.

Parece ahora más calladito el señor Aznar, después de que se le fuera otro colega de afinidades tan caracterizado como el señor Berlusconi, pero sus vástagos ideológicos al frente del partido, ese tridente tan impostadamente avenido formado por don Mariano y los señores Zaplana y Acebes, ya se las agencia estupendamente para soltar aznaradas a la menor ocasión. Para ello nada mejor que cebarse en los púlpitos del extravío mediático acaudillados por una panda de facinerosos opinólogos empeñados en retrotraernos a la más añeja España cainita.

El otro día visitó el cuartel general de esos medios don Mariano Rajoy, a quien se había puesto a caldo a través de las ondas episcopales tras su intervención en el Debate sobre el Estado de la Nación. Pues bien, le bastó al líder de la oposición ese coyuntural contacto para que saliera de aquellos estudios como si lo hiciera desde un toril, a juzgar por el encono de sus embestidas al aire de la opinión pública.

Ayer le tocó hacer lo propio a don Ángel Acebes, más experto en intemperancias, que se sobrepasó como nunca y de modo inadmisible al identificar el plan del señor Rodríguez Zapatero para acabar con la violencia en el País Vasco con el de ETA. A juego con el filo incivil de esa cornada, doña Esperanza Aguirre, la señora presidente de la Comunidad de Madrid, vinculó al Partido Socialista de 1979 con la represión stalinista.

Aparte de nada provechoso para la ya deficiente cultura política de este país, es de razón advertir una vez más, llegados a este punto de legislatura, que el Partido Popular persiste en hacer la peor oposición posible, la misma que le ha llevado a su actual asilamiento en el Congreso. Ese trayecto es el más favorable en contra de su porvenir y el que representan como timoneles y responsables del mismo su quemado equipo rector.