domingo, 12 de marzo de 2006

Queremos/necesitamos tanto a Pinter

Harold Pinter

Félix Población

Quiso acudir a Turín para recibir el Premio Europa al Teatro porque, a pesar de su mal estado de salud, el dramaturgo Harold Pinter (Londres, 1930) es un sentimental. Pudimos verle en la ciudad italiana haciendo acopio de energía y en reconocimiento -según sus propias palabras- al recuerdo de una larga ovación de cinco minutos recibida hace cuatro años cuando fue investido Doctor Honoris Causa por aquella universidad. Nada le impidió una vez más hablar en alta voz y ser claro y expeditivo como pocos entre los de su gremio contra los riesgos del llamado Nuevo Orden Mundial y el depredador neoimperialismo norteamericano. Sus críticas a los Estados Unidos del señor Bush y al Reino Unido de míster Blair tuvieron la misma intensidad y coherencia que cuando hace unos meses, libre por unas horas de la UCI hospitalaria en que estaba ingresado, expuso en su discurso por la concesión del Premio Nobel de Literatura 2005 las amenazas de la creciente cultura de supresión de la verdad. En eso estamos y así seguimos, recordó Pinter en Turín. A su lado, el actor Jeremy Irons leyó con la poderosa y sugerente personalidad de su estilo y su voz fragmentos de la obra del dramaturgo británico sabiamente seleccionados por su cívico compromiso. El acto tuvo toda la resonancia y vigor expositivo requeridos para que un mensaje de honda y rigurosa concienciación social se hiciera oír en unos tiempos en que tal excepción debería ser regla entre los intelectuales mas comprometidos con nuestro tiempo. No es la de ahora época para silenciar la ambición de dominio de un imperio desbocado, cada vez menos escrupuloso con los derechos humanos que han de primar en una civilizada interpretación de las relaciones internacionales.

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