lunes, 6 de febrero de 2006

Lecciones del ayer a los cainitas de hoy

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Lazarillo

A veces, con mucha más frecuencia de la que cabría pensar, de todo el incrementado peso en papel y comerciales ofertas con que nos obsequian los periódicos cada domingo, lo más destacable es una sencilla, breve y jugosa carta de lector, oportuna y preferentemente destacada en la sección correspondiente del diario.

La de ayer, publicada en El País, abunda en elocuencia y bastaría su simple transcripción para demostrarlo. Si no me resisto a la glosa es por certificar los valores de su contenido aquí y ahora, cuando desde el Partido Popular y los medios que corean su política desestabilizadora se pretende fomentar un clima de crispación que la mayoría de los ciudadanos está muy lejos de asumir.

Dice don José Luis Muñoz de Baena en su carta que, tras 67 años de separación, ha podido asistir a una escena que sólo se presencia una vez en la vida. Su padre, combatiente de la División Azul, y un hermano de éste, ex combatiente republicano y residente en Méjico, acababan de sellar con un abrazo de despedida -tras su reencuentro en Madrid- el cariño que se profesaban y que la Guerra Civil había separado en las trincheras y el exilio.

En esos momentos, precisamente entonces, una señora mayor se acercó a los protagonistas de ese abrazo cívico de ejemplaridad y trascendencia y les ofreció un pliego de firmas contra el nuevo Estatut de Cataluña. ¿Quieren firmar contra Barcelona?, inquirió la impertinente demandante. No, señora, yo nunca firmaría contra Barcelona porque la quiero mucho, respondió el anciano republicano. Eso será porque vive usted allí, replicó la peticionaria. No, señora; vivo muchísimo más lejos, concluyó el tío Jaime.

El sobrino de don Jaime concluye su carta con una sabia y sutil apreciación: Qué torpeza la mía: he estado a punto de añadir un comentario. Como si hiciera falta.

Tampoco a este recatado y servicial Lazarillo se le ocurre una mejor sugerencia reflexiva que esas últimas líneas de la misiva del señor Muñoz de Baena para terminar las suyas. Únicamente decir lo que todos deberíamos mantener y ejercer desde la memoria: las lecciones del ayer tendrían que apartarnos de lo peor de nuestra historia, sobre todo cuando quienes las han sufrido en bandos opuestos durante un crudelísimo enfrentamiento civil son capaces de superar el odio, rescatar la concordia y reavivar el afecto con un abrazo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No tropecemos en la misma piedra, mucho menos porque unos señores hayan perdido la poltrona previa destimación formal y democrática del electorado.

Anónimo dijo...

¿A nadie se le ocurre pensar en la cadena COPE como altavoz de toda la crspación generada en estos meses dentro, en torno a y para los creyentes de Aznar?

Anónimo dijo...

Gracias, Lazarillo, desde Cataluña. Linda con la desolación aguantar tanta mentira y distorsión, tanta incitación al odio contra nosotros, los catalanes, simplemente porque somos diferentes en lengua, en cultura, en aspiraciones políticas. La comprensión que se tiene para el pueblo palestino, por ejemplo, no se aplica a Cataluña. No se admite que seamos un pueblo. Y como ciudadanos estamos todos bajo sospecha. Confiemos en la racionalidad y en una buena profundización democrática.

Anónimo dijo...

Razón y democracia, eso es lo que le hace falta al PP.

Anónimo dijo...

Perdieron la razón el 11-M. Eso no le afectó porque siguen sin ella. Sí les afecto perder el poder el 14-M.

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