lunes, 30 de enero de 2006

El fracaso del Vaticano en Iberoamérica

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Melibea

La elección del cardenal Ratzinger como sucesor de Juan Pablo II no fue una sorpresa en Iberoamérica. Vino a ratificar la continuación de la postura reaccionaria mantenida por El Vaticano desde los años ochenta y que tan sensiblemente está afectando a la feligresía latinoamericana. El fracaso de esa línea, contraria tanto a la teología de la liberación -cuyo silenciamiento ordenó el propio Joseph Ratzinger en 1984- como al uso de métodos anticonceptivos para prevenir el sida en países que lo sufren con notable incidencia, está ocasionado una continuada merma en el número de creyentes católicos. Muchos de ellos eligen otras doctrinas, más próximas en atención y respuesta a los problemas y necesidades de su entorno. Michel Hogan hace una profunda valoración del último cuarto de siglo de la iglesia apostólica y romana en América Latina bajo el significativo epígrafe: Las vidas perdidas y las almas empobrecidas. La llamada del Papa Benedicto para una nueva misión evangélica en América Latina -se dice en el pormenorizado artículo- parece ser básicamente esto: la remoción de la iglesia en cualquier esfuerzo real para trabajar por la justicia social y una decisión de competir, no por almas sino por audiencias en un nuevo movimiento evangélico, donde los himnos y las invocaciones al Espíritu Santo y los gritos de aleluya y amen proveen una escapada a otro mundo fuera de la realidad y donde la religión se convierte finalmente, como advirtíó Marx, en opio del pueblo.

Artículo relacionado: El diario El País publica en su edición de hoy un interesante artículo de don Pedro Casaldáliga titulado Utopía necesaria como el pan de cada día.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien se puede decir que esos 25 años han sido mucho menos de lo que una iglesia de verdad comprometida con los humildes podría haber hecho. No olvidemos, además, que esa iglesia no supo comportarse en los casos en que crueles dictaduras acabaron con millares de personas muertas y desparecidas, así como con centenares de miles de exilados. No es como para estar satisfecho precisamente. Seguir en esa línea, carentes de compromiso, es una mácula inscrita ya de principio en la actitud del nuevo pontífice.

Anónimo dijo...

¿Qué tiene que ver Casaldáliga con Ratzinger?

Anónimo dijo...

El verso es de Gabriel Celaya, por si alguno olvidó al autor.

Anónimo dijo...

Las contradicciones romperán lo que ya está roto y sólo el poder conserva. Es cuestión de tiempo y cultura.

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