lunes, 30 de enero de 2006
Lo más ínfimo de la política doméstica
Félix Población
Como corresponde a quien acaba de estrenar un nuevo libro en los escaparates de título tan sugestivo como Yo, tú, objetos de lujo, don Vicente Verdú es un analista sutil de esta sociedad vigente anclada y proyectada en el consumo. También como periodista de largo y experto ejercicio es persona capaz de observar con tino y agudeza el actual panorama profesional en España.
Sobre esta última cuestión ha dicho el señor Verdú que los Medios se han hecho dependientes del argumento político y que subordinan e hipotecan su producto a ínfimos asuntos de la política doméstica. La crítica la ha vertido don Vicent en general y sin distingos, como si a todos afectara esa especie de círculo perverso bajo cuya subordinación se produce una hipoteca de la información que denigra substancialmente al producto.
Sostiene el penetrante escritor ilicitano, como síntoma de las animadversiones ideológicas que mueven a los periodistas, que se está dando entre éstos tal grado de militancia últimamente que si te ven con el del otro lado te acusan de traición. De esas pequeñas miserias tampoco se libran los intelectuales, embebidos cada vez más en asuntos ínfimos de la política doméstica, sin que su nivel de perspicacia se exponga a más ambiciosas, necesarias y trascendentes indagaciones.
Toda esa animosidad partidista entre los profesionales de la información y la superflua dedicación de los pensadores y analistas de más fuste a las nimiedades de la politiquería se podría resumir en una noticia de actualidad: El Partido Popular prepara una ofensiva parlamentaria tras saber que Zapatero fuma en La Moncloa.
La literalidad del titular, publicado en un diario de difusión nacional, denota hasta qué punto soporta este país un grado de artificioso enconamiento en la vida pública, del que por suerte y madurez está ausente buena parte de la ciudadanía, y en el que sí está engolfada, sobre todo, una oposición que ha perdido los papeles, acaso por nutrirse en exceso de Medios que han propiciado esa política y la han contagiado a otros más llamados a la prudencia.
Con tan decisivos y señalados deberes pendientes como tiene España y su gobierno para hacer más próspero y convivencial el porvenir de la nación, reparar en menudencias y hacer de ellas pugnas de animadversión profesional o cebo barato de discursos intelectualoides es para sentirse avergonzado. La gran mayoría de los ciudadanos de este país se merece otra cosa a estas alturas de nuestra democracia.
PS: Por si el curioso lector quiere sazonar con el ejemplo lo que aquí se ha glosado, pinche aquí y sufra las consecuencias.
2 comentarios:
Ya lo creo que se merece más, hace tiempo que estamos hartos, que se nos está tomando el pelo, y lo peor es que este tipo de nimiedades está creando una masa atrofiada mentalmente, que es más que evidente. Viendo los gobiernos del resto de Europa, (que por supuesto no son perfectos y tienen sus miserias) da verguenza ajena o mejor verguenza europeista. Un saludo
La masa atrofiada es en efecto lo peor, cada vez más conformada por los medios de comunicación atrofiados de estúpidas crispaduras.
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