jueves, 8 de diciembre de 2005

Canción de amigo en Alfama

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Lazarillo

Este Lazarillo no ha viajado esta vez a Lisboa con ánimo viajero. No primaban en su objetivo los alicientes de andar y ver, obsesionado por las vistas, los museos y las fotografías. Sin desechar los inefables primores de la ciudad -esa claridad de luz, ese mar interior abrazado de tierra y las inigualables plazas de la Baixa habitadas de solidez y espacio-, me interesaba sobre todo el corazón del amigo.

Mi amigo reside donde no existe el espacio. Se lo han comido la especulación y el negocio del ladrillo. Montañas de torres cierran toda perspectiva vital en un laberíntico enredijo de calles atrofiadas de horizonte. No hay flores en las ventanas ni el menor asomo de armonía en el trazado urbano. En esos pisos de material barato, donde suenan hasta los pies descalzos del vecino de arriba, invierte el trabajador portugués cuarenta años de su vida con un salario que apenas da para una manutención en extremo ajustada.

Anxo Vicente, artista pintor, acaba de mandar al cuerno su parvo sueldo de funcionario porque no resistía su dependencia del tedio y la conformidad. Tampoco su diario vía crucis de veinte estaciones de tren entre Algueirâo y el punto de fichaje. Mucho menos, una jefa hostil que le recordaba el singular privilegio de contar con un trabajo seguro para toda la vida.

Anxo ha escapado del amodorramiento burocrático porque para él la vida no tiene otro sentido que la búsqueda del color y la luz. Acaso por eso halló compañeros los ojos azules de su amiga Orizia, que trabaja las secretas tinturas del azulejo pintado en su taller de Almoçageme, muy cerca de la recoleta playa atlántica de Adraga. Allí comparte Anxo la madura y desprendida amistad del camarada Moscatel, que regenta el angosto cafetín de su apellido, bien surtido del licor que tan dulcemente lo nombra.

Con Anxo Vicente, joven pintor gallego que dejó su Gudiña natal hace unos pocos años en busca del luminoso apagamiento de los días en el poniente lisboeta, brindé por nuestra amistad y su porvenir decidido y comprometido con el arte en una taberna de Alfama que hace esquina con el Museo del Fado. El vino era del sur alentejano, de donde se surte Anxo para su barro artesanal, y nos supo al abrazo de corazón que pone en el surco de la vida una canción de amigo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

JÁ LÍ, MUITO OBRIGADO
ATÉ A PRÓXIMA... NO VERÃO, ESPERO
SAÚDE, REVOLUÇÃO E REPÚBLICA
ANXO

Anónimo dijo...

sim, também passei por aqui ...desejo coragem para todos os que dela precisam ocv

Anónimo dijo...

perdon que pregunte, pero que es Orizia? es un nombre, o que es? te digo el por que de mi pregunta, mi apellido es orizia, y estamos tratando de averiguar la desendencia.

Anónimo dijo...

Creo que es Horacia en griego.

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