Lazarillo
Es el caso que un buen día Raquel Pacheco, garbosa y agracida adolescente brasileña perteneciente a la clase media alta de Sao Paolo, decidió abandonar el acrisolado colegio de pago donde recibía esmerada educación y hacerse puta. Toda mujer tiene la fantasía de serlo por un día, se dijo y nos dice, así que ella se avino a probarlo y a rentabilizarlo por tres años, tres. Su objetivo no era otra que forrarse por la vía de urgencia y, ya que se ponía, contarlo. Para ello se inventó un nombre de batalla, Bruna Surfustinha, y se hizo cronista de su cuerpo en las sexuales refriegas. Todo ha ido quedando estampado en su blog, con más de 15.000 visitas diarias, y en El dulce veneno del escorpión, obra impresa que resume selectivamente las interioridades de un total de mil servicios de la más variada gama y condición cumplimentados por doña Bruna. El libro se agota en las librerías, va por la segunda edición y es especialmente consultado por las mujeres, que suman el 80 por ciento del público lector. La película correspondientes está en vísperas de rodaje para forraje de adictos. La chica, con 21 años, se ha forrado a costa de sus virtudes expositivas. Otros profesionales del oficio (de escribir) lo consiguen echando mucha menos carne en el asador. Al menos doña Raquel se lo ha currado de corrido.
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