viernes, 25 de noviembre de 2005

A todas las víctimas, no a los sectarios

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Félix Población

A veces llegan hasta este recatado apuntador, que con su Diario sólo pretende ventilar con la palabra la rumia de sus cavilaciones, comentarios adustos, formulados en un modo verbal que debería conjugarse con menos fruición cuando se debaten ciertos temas. A las víctimas del terrorismo, por sufrir las consecuencias del más aciago de todos los imperativos -el del verbo matar-, debería causarles una cierta alergia su uso.

Cada vez que ETA, como ayer, difunde uno de sus comunicados políticos en demanda de sus reivindicaciones, bañadas durante mucho tiempo en un largo río de sangre, me acuerdo de las víctimas. Hasta el fatídico 11-M, todas las víctimas del terrorismo en España eran unas solas víctimas, agrupadas en diferentes asociaciones pero con una identidad común: la debida a un mismo sentimiento por la pérdida de un ser querido.

Algo muy grave ha tenido que suceder en este muy amado país nuestro, tan largamente golpeado por el terror, para que después del 11-M, fecha que debería estar grabada en nuestras conciencias como la más negra desde los más sangrantes episodios la guerra civil, alguna asociación sintiera recelo de otra como si, antes que el doloroso fundamento que les da razón de ser, primase un oscuro interés partidista o ideológico

Fueron muchas las ocasiones en que las declaraciones en torno a unas y otras rozaron la infamia y el desdén. Hubo incluso circunstancias en que un ministro del gobierno llegó a ser agredido en una manifestación convocada por una asociación proclive al Partido Popular. La última afrenta lleva por firma el gobierno de la Comunidad de Madrid, que dejó sin subvención a la Asociación de Víctimas del 11-M, según consta por las declaraciones de doña Pilar Manjón, cuyo inolvidable discurso en el Congreso de los Diputados sólo pudo dejar frías a las piedras.

No se puede ser partidista ni sectario desde el dolor. No se puede hacer política con las víctimas. Las palabras llenas y conmovidas de doña Pilar en el Parlamento y los farsantes comunicados de ETA cada vez que usa el modo imperativo para hablar, deberían bastarnos para desechar de la conjugación cívica ese tiempo verbal contrario a todo diálogo.

Mucho menos cuando se dirige bajo la burda y lacónica acepción ¡lárguese! contra quien me merece, por sus contrastados valores personales y políticos, el máximo respeto: don Gregorio Peces-Barba, máximo responsable del Alto Comisionado para la Víctimas del Terrorismo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Respeto dices?
QUE SE LARGUE!

Anónimo dijo...

No se empeñe, no les moverán...razones.

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