jueves, 24 de noviembre de 2005

REDdiario:
Vetos de la Iglesia y condones para el Caribe

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Melibea del Huerto

Daniela Mercury es una popular cantante brasileña de confesión católica a la que El Vaticano ha vetado su participación en un concierto de Navidad, a celebrar el próximo día 3 de diciembre, que contará con la presencia de Benedicto XVI. El delito de Mercury, embajadora de UNICEF y del Programa de la ONU contra el sida, es haber defendido el uso del preservativo en una campaña contra esa grave y extendida enfermedad. En esa misma orientación se ha decantado el subsecretario general de la Comunidad del Caribe al reclamar que la iglesia católica no prohiba la utilización del condón en su ámbito geográfico. Edgard Greene sostiene que varias iglesias católicas de Iberoamérica han avalado el uso de ese método contraceptivo para luchar contra la creciente y masiva propagación del VIH. En el área de los países caribeños hay 500.000 personas contagiadas por el sida.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Los católicos que lo somos pese a todo no debemos admitir una iglesia que sólo defiende la vida cuando se habla de aborto y no cuando se habla de sida.

Carol Crisosto dijo...

http://onlinecarolonline.blogspot.com/2005/10/en-tiempos-del-sida-por-enrique-moreno.html

Carol Crisosto dijo...

En estos días -tiempos del sida- asistimos a una nueva polémica en torno a una campaña de prevención, organizada por el Estado, y cuestionada por la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica en Chile. La discusión no es nueva. He revisado con detención los más de 20 afiches elaborados para dicha campaña. Me llama la atención la simpleza con que es tratado el tema. Cito algunos ejemplos: "La primera postura" tiene que ser el condón; y me pregunto, ¿no cabrían, al menos al mismo tiempo, otras tomas de posición como la dignidad de las personas y la responsabilidad en las relaciones que ellas se merecen? La fidelidad se considera como un valor ("aunque creo en la lealtad"), pero como no se cumple con ella, la solución es el condón; ¿no se banaliza excesivamente el tema, despachándolo con una simplicidad asombrosa?, ¿no sería lógico fomentar al mismo tiempo, al menos, esa fidelidad valorada pero tan poco practicada? "Cuando él se complica" con una relación sexual, la solución es el condón; algo tan complejo como una relación íntima entre dos personas ¿puede simplificarse tan sólo con un condón? Otros afiches reducen el condón, y por lo tanto la relación sexual, a una "entretención" o a un "jueguito", o a lo que es "rico", o lo que a uno "le gusta", o a actuar "sin atados". Reconozco que otros afiches, los menos (4 ó 5), hacen referencia a valores que podrían profundizarse, aludiendo a "conversar y encontrarse" o "pareja única para toda la vida"; pero con una debilidad que no consigue contrarrestar el eslógan definitivo de "el condón siempre". No estoy buscando un discurso rebuscado e hipócrita que oculte el drama del sida. Lo conozco de demasiado cerca. Integro el Grupo Molokai, que desde hace once años trabaja como voluntariado en el acompañamiento y asistencia de enfermos de sida en nuestra Región. No estoy por usar eufemismos que escondan esta tragedia. Estoy por una información clara y explícita del problema, pero por una información completa que incluya actitudes valóricas. La declaración de la Conferencia Episcopal de Chile apunta precisamente en la dirección de buscar una campaña menos pragmática y más humanizadora. Pide "búsquedas de soluciones acordes con la dignidad humana y dentro de una concepción integral de la persona". Sin embargo, hay un punto que dicha declaración no menciona y cuya omisión personalmente lamento. Me refiero al hecho siguiente: hay casos en que no queda otra alternativa que usar el condón. Relato hechos de mi propia experiencia con enfermos de sida. Un joven de 30 años, contagiado, homosexual promiscuo, insiste en volver a sus prácticas habituales, se le dice que debe abstenerse, por su propio bien y sobre todo por responsabilidad con los que eventualmente podría contagiar, dice que no puede, que le resulta imposible, entonces ¿qué duda cabe que su deber es usar el condón? Un hombre de 45 años, contagiado, heterosexual, casado, se ve enfrentado a seguir teniendo relaciones con su esposa, se le pide que se abstenga, por la salud de su mujer, por los eventuales hijos contagiados que podría procrear, se resiste a la abstinencia, se agotan los medios, insiste, ¿qué duda cabe que su deber es usar el condón? Una esposa de 37 años, no contagiada, sospecha con casi total certeza de que su marido mantiene relaciones extramaritales promiscuas en sectores de alto riesgo de contagio del sida, cuando él le exige tener relaciones, ella ¿qué hace? He conversado con varios sacerdotes este tema, incluso con algunos obispos, y todos han coincidido conmigo en aprobar este criterio pastoral que no tiene otro fin que velar por la vida humana. Enrique Moreno Laval Sacerdote SSCC

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