lunes, 28 de noviembre de 2005

La enseñanza como debate de privilegios

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Félix Población

Ha querido el calendario que el debate sobre la nueva Ley Orgánica de la Enseñanza coincidiera con las malas estadísticas que nos sitúan a la cola de Europa en resultados educativos. Por eso es mucho más lastimoso que la Plataforma opuesta a la LOE rompiera las negociaciones con el Gobierno a las primeras de cambio, cegada sin duda por la influencia airada del Partido Popular. La irresponsabilidad de la oposición a lo largo de esta legislatura alcanza así un nuevo escalón en su propósito de desgastar al ejecutivo sin tregua y con muy escasos argumentos de razón.

Personalmente considero que la LOE no es la ley más idónea para combatir el fracaso escolar que asola nuestros colegios. Entre otras lagunas, me sigue pareciendo indispensable que en los centros de enseñanza se fomente la cultura del esfuerzo en lugar de facilitar lo contrario. Pasar curso con tres asignaturas pendientes en lugar de dos es una concesión inadecuada que va en contra de la voluntad de estudio.

Lo que no se puede consentir, por parte de quienes están dispuestos a resistirse a esta ley, es que la enseñanza privada obtenga privilegios a costa de la pública, sobre todo cuando todos sabemos lo que subyace en sus reclamaciones. Lo que la Plataforma reivindica como libertad de elección de centro no es otra cosa que la reserva de muchos padres a que sus hijos compartan aula con compañeros emigrantes y que la presencia de éstos retarde el nivel de enseñanza en los colegios concertados.

El 70 por ciento de los estudiantes se forma en nuestro país en los centros públicos. Toda reforma que incida en su mejora redundará en beneficio de la enseñanza en general. Antes que la libertad de elección de centro está el derecho constitucional a recibir la mejor educación posible. Si la escuela privada se compromete como servicio público, subvencionado como tal por el Estado, ha de permitir que el Estado intervenga en el reparto global de estudiantes para que sobre las espaldas de los colegios públicos no se descargue el alumnado que desestimen los privados.

Como decía ayer Ramoneda en un excelente artículo, no intenten los opositores vendernos como un debate sobre libertades lo que sólo es un debate sobre privilegios. Andar en pro del negocio cuando la materia obliga a un trabajo intenso y a una firme responsabilidad compartidos para rescatar a la educación de su fracaso, es de todo punto inadmisible. Nada digamos si a lo dicho se le añade la imposición de la asignatura de Religión como materia evaluable.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Se fijó usted, don Félix, en la cara de tensión que reflejaban los señores de la Plataforma después de la rpimera reunión con Zapatero?
Y eso que entonces salían satisfechos. Luego ya no lo estaban tanto cuando se reunieron con el PSOE y se fueron a celebrar el desacuerdo con sus inspiradores del PP. Este país tiene muy mal arreglo cuando ni en cuestiones tan fundamentales se deja de ser sectario y negociante. Cuánto nos falta que aprender de Alemania, donde socialdemócratas y democristianas están gobernando ¡juntos!

Anónimo dijo...

¿Y sabe usted a qué llama esta gente libertad de elección de centro? A que si un niño no consigue plaza en un centro privado el sistema le garantice plaza en otro centro privado; lo que podríamos llamar "derecho a no pisar jamás una escuela pública". Qué hipócritas, no lo dicen abiertamente, pero de vez en cuando a alguno se le escapa. Es muy simple: los sectarios odian la escuela pública porque odian la libertad de los demás, y no encuentran argumentos para defender tal depravación.

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